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Lectura de Hoy

24-06-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Deuteronomio 29

Lo secreto le pertenece al Señor nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que obedezcamos todas las palabras de esta ley” (Deuteronomio 29:29). Hay en este texto dos puntos principales que requieren reflexión.

En primer lugar, lo que corresponde a la comunidad del pacto es centrarse en aquello que Dios ha revelado. No se trata sólo de cosas que “pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre”, sino de cosas que nos han sido dadas para que “obedezcamos todas las palabras de esta ley”. Esta es la principal razón por la cual este texto se ha ubicado al final de un capítulo largo sobre la renovación a través del pacto. Es verdad que hay muchas cosas ocultas que no podremos saber, pero lo que sí se ha revelado –en este contexto se trata de las condiciones del pacto con Moisés, con las enormes posibilidades que contiene tanto para la bendición como para el juicio– es lo que tiene que ocupar nuestro interés y producir en nosotros una obediencia consecuente.

En segundo lugar, tenemos que reconocer con franqueza que hay cosas que no nos han sido reveladas. No comprendemos bien, por ejemplo, la relación entre el tiempo y la eternidad, y tampoco alcanzamos a comprender cómo Dios, quien habita la eternidad, puede darse a conocer en nuestra historia finita de tiempo/espacio. Se nos ha revelado que así lo hace –y tenemos varios términos para describir ciertos elementos de esta revelación (por ejemplo: encarnación)–, pero no sabemos cómo se realiza esto. No comprendemos cómo Dios puede ser al mismo tiempo personal, transcendente y soberano; no comprendemos cómo el único Dios puede ser también una trinidad.

Sin embargo, en ninguno de estos casos supone refugiarse en la ignorancia de una manera sutil e irresponsable, o detrás de lo irracional o misterioso. Cuando admitimos, e incluso insistimos, que hay misterios en torno a estos asuntos, no estamos admitiendo que no tengan sentido o que sean contradictorios en sí mismos. Más bien lo que decimos es que nuestro conocimiento es limitado y reconocemos nuestra ignorancia. Lo que Dios no haya revelado acerca de sí mismo no se puede conocer. “Lo secreto pertenece a Dios”.

De hecho, a causa del contraste que el texto presenta, lo que se da a entender es que sería presuntuoso pretender que podemos saber estas cosas, o incluso pasar demasiado tiempo intentando descubrirlas, pues sería intentar acceder al territorio que sólo pertenece a Dios.

Dicho esto, algunas cosas se nos esconden para incitarnos a buscar. En Proverbios 25:2 leemos que corresponde a la gloria de Dios esconder un asunto, y corresponde a la gloria de los reyes sondearlo. Pero no es una regla universal: el primer pecado consistió en intentar alcanzar conocimiento sobre aquello que debía permanecer oculto, a fin de ser “como Dios”. En tales casos, el camino de los sabios es el de la adoración reverente hacia aquél que conoce todas las cosas, junto con un sometimiento obediente a aquello que él, por su gracia, ha escogido revelar.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Isaías 56
La última parte de Isaías (caps. 56—66) se centra principalmente en el periodo posterior al retorno de los primeros exiliados de Babilonia. Fue también una época enormemente convulsa, como así lo atestiguan otros pasajes de las Escrituras (especialmente, Esdras, Nehemías, Hageo y Zacarías). No obstante, algunas de las visiones de Isaías se extienden más allá de los primeros años del retorno de la esperanza definitiva, el nuevo cielo y la nueva tierra (p. ej., 65:17). La situación del pueblo descrita en estos capítulos refleja la nuestra en ciertos aspectos: vivimos entre el “ya” y el “aún no”, entre la gloria de lo que Dios ya ha realizado y lo que ha prometido que hará.

Los primeros versículos (Isaías 56:1-8) hacen hincapié en dos temas:

Primero, el Señor dice que aquellos que esperan su salvación, que “va a llegar” (56:1), deben “observar la justicia y practicar el derecho” (56:1). La razón, afirma, es que su “justicia va a manifestarse”. En otras palabras, uno de los motivos fundamentales de la conducta justa de los creyentes es que esta anuncia la justicia consumada que está por venir. A diferencia de tantos de nuestros coetáneos, que viven al día pensando muy poco en el futuro, estamos comprometidos a vivir de una forma que adelante el futuro. Esto es parte del significado de “observar el sábado sin profanarlo” (56:2). Los lectores de Isaías no estarán simplemente guardando una ley, promulgada por Dios, sino también demostrando dos cosas más: (a) su lealtad al pacto mosaico (y por consiguiente al Dios de este) y (b) su estilo de vida a partir de modelos de reposo que se hallan vinculados simultáneamente al descanso de Dios (Génesis 2; Éxodo 20) y al venidero (cp. Hebreos 3:7—4:11).

Segundo, el Señor promete que las bendiciones futuras están disponibles para personas que muchos han rechazado de forma sistemática. Después de todo, ciertos pasajes de la ley de Moisés excluían a los castrados y los extranjeros (especialmente moabitas y amonitas), por ejemplo Deuteronomio 23:1-6 (cp. Levítico 22:24-25, y el paralelismo con los animales). Aun así, es difícil creer que estas leyes tuviesen el propósito de apartar en todos los casos a los verdaderos convertidos, ya que, de lo contrario, los relatos de Rahab y Rut (esta última, moabita) no tendrían mucho sentido (Josué 6:24- 25; Rut 1—4). Por un lado, la comunidad purificada por el Siervo sufridor no debe tocar cosas inmundas, tiene que salir de “Babilonia” y ser pura (52:11); por el otro, el Señor afirma aquí que se debe admitir a eunucos y extranjeros (56:3-8). La diferencia, por supuesto, es la conversión, en la que Dios les otorga “un nombre eterno” (56:5), de forma que se aferren firmemente a su pacto (56:4).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Deuteronomio 29
El pacto hecho en Moab
29 Estas son las palabras del pacto que el SEÑOR mandó a Moisés que hiciera con los israelitas en la tierra de Moab, además del pacto que Él había hecho con ellos en Horeb.
Moisés convocó a todo Israel y les dijo: «Delante de sus ojos, ustedes han visto todo lo que el SEÑOR hizo en la tierra de Egipto a Faraón, a todos sus siervos y a toda su tierra, las grandes pruebas que vieron sus ojos, aquellas grandes señales y maravillas. Pero hasta el día de hoy el SEÑOR no les ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír.
»Yo los he conducido durante cuarenta años en el desierto; no se han gastado los vestidos sobre ustedes y no se ha gastado la sandalia en su pie. No han comido pan ni han bebido vino ni sidra, para que sepan que Yo soy el SEÑOR su Dios. Cuando ustedes llegaron a este lugar, Sehón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán, salieron a nuestro encuentro para pelear, pero los derrotamos; y tomamos su tierra y la dimos en herencia a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés. Guarden, pues, las palabras de este pacto y pónganlas en práctica, para que prosperen en todo lo que hagan.
10 »Hoy están todos ustedes en presencia del SEÑOR su Dios: sus jefes, sus tribus, sus ancianos y sus oficiales, todos los hombres de Israel, 11 sus pequeños, sus mujeres, y el extranjero que está dentro de tus campamentos, desde tu leñador hasta el que saca tu agua, 12 para que entres en el pacto con el SEÑOR tu Dios, y en Su juramento que el SEÑOR tu Dios hace hoy contigo, 13 a fin de establecerte hoy como Su pueblo y que Él sea tu Dios, tal como te lo ha dicho y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob.
14 »Y no hago solo con ustedes este pacto y este juramento, 15 sino también con los que hoy están aquí con nosotros en la presencia del SEÑOR nuestro Dios, y con los que no están hoy aquí con nosotros 16 (pues ustedes saben cómo habitamos en la tierra de Egipto y cómo pasamos en medio de las naciones por las cuales han pasado, 17 además, han visto sus abominaciones y los ídolos de madera y de piedra, de plata y de oro, que tenían con ellos); 18 no sea que haya entre ustedes hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aleje hoy del SEÑOR nuestro Dios para ir y servir a los dioses de aquellas naciones; no sea que haya entre ustedes una raíz que produzca fruto venenoso y ajenjo.
19 »Y sucederá que cuando él oiga las palabras de esta maldición, se envanecerá, diciendo: “Tendré paz aunque ande en la terquedad de mi corazón, a fin de destruir la tierra regada junto con la seca”. 20 El SEÑOR jamás querrá perdonarlo, sino que la ira del SEÑOR y Su celo arderán contra ese hombre, y toda maldición que está escrita en este libro caerá sobre él, y el SEÑOR borrará su nombre de debajo del cielo. 21 Entonces el SEÑOR lo señalará para adversidad de entre todas las tribus de Israel, según todas las maldiciones del pacto que están escritas en este libro de la ley.
22 »Y la generación venidera, sus hijos que se levanten después de ustedes y el extranjero que venga de tierra lejana, cuando vean las plagas de la tierra y las enfermedades con las que el SEÑOR la ha afligido, dirán: 23 “Toda su tierra es azufre, sal y calcinación, sin sembrar, nada germina y el pasto no crece en ella, como en la destrucción de Sodoma y Gomorra, de Adma y de Zeboim que el SEÑOR destruyó en Su ira y en Su furor”. 24 Y todas las naciones dirán: “¿Por qué ha hecho así el SEÑOR a esta tierra? ¿Por qué esta gran explosión de ira?”.
25 »Entonces los hombres dirán: “Porque abandonaron el pacto que el SEÑOR, el Dios de sus padres, hizo con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto. 26 Y ellos fueron y sirvieron a otros dioses y los adoraron, dioses que no habían conocido y los cuales Él no les había dado. 27 Por eso, ardió la ira del SEÑOR contra aquella tierra, para traer sobre ella toda maldición que está escrita en este libro; 28 y el SEÑOR los desarraigó de su tierra con ira, con furor y con gran enojo, y los arrojó a otra tierra, hasta hoy”.
29 »Las cosas secretas pertenecen al SEÑOR nuestro Dios, pero las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta ley.

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Salmo 119: 49-72
LIBRO QUINTO
Zain.
49 Acuérdate de la palabra dada a Tu siervo, En la cual me has hecho esperar. 50 Este es mi consuelo en la aflicción: Que Tu palabra me ha vivificado. 51 Los soberbios me insultaron en gran manera, Sin embargo, no me he apartado de Tu ley. 52 Me acuerdo de Tus ordenanzas antiguas, oh SEÑOR, Y me consuelo. 53 Profunda indignación se ha apoderado de mí por causa de los impíos Que abandonan Tu ley. 54 Cánticos para mí son Tus estatutos En la casa de mi peregrinación. 55 Por la noche me acuerdo de Tu nombre, oh SEÑOR, Y guardo Tu ley. 56 Esto se ha hecho parte de mí: Guardar Tus preceptos.

Jet.

57 El SEÑOR es mi porción; He prometido guardar Tus palabras. 58 Supliqué Tu favor con todo mi corazón; Ten piedad de mí conforme a Tu promesa. 59 Consideré mis caminos, Y volví mis pasos a Tus testimonios. 60 Me apresuré y no me tardé En guardar Tus mandamientos. 61 Los lazos de los impíos me han rodeado, Pero no me he olvidado de Tu ley. 62 A medianoche me levantaré para dar gracias a Ti Por Tus justas ordenanzas. 63 Compañero soy de todos los que te temen, Y de los que guardan Tus preceptos. 64 La tierra, oh SEÑOR, está llena de Tu misericordia; Enséñame Tus estatutos.

Tet.

65 Bien has obrado con Tu siervo, Oh SEÑOR, conforme a Tu palabra. 66 Enséñame buen juicio y conocimiento, Pues creo en Tus mandamientos. 67 Antes que fuera afligido, yo me descarrié, Pero ahora guardo Tu palabra. 68 Bueno eres Tú, y bienhechor; Enséñame Tus estatutos. 69 Los soberbios han forjado mentira contra mí, Pero de todo corazón guardaré Tus preceptos. 70 Su corazón está cubierto de grasa, Pero yo me deleito en Tu ley. 71 Bueno es para mí ser afligido, Para que aprenda Tus estatutos. 72 Mejor es para mí la ley de Tu boca Que millares de monedas de oro y de plata.

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Isaías 56
Importancia de guardar el pacto de Dios

56 Así dice el SEÑOR: «Preserven el derecho y hagan justicia, Porque Mi salvación está para llegar Y Mi justicia para ser revelada. Cuán bienaventurado es el hombre que hace esto, Y el hijo del hombre que a ello se aferra; Que guarda el día de reposo sin profanarlo, Y guarda su mano de hacer mal alguno». Que el extranjero que se ha allegado al SEÑOR, no diga: «Ciertamente el SEÑOR me separará de Su pueblo». Ni diga el eunuco: «Soy un árbol seco». Porque así dice el SEÑOR: «A los eunucos que guardan Mis días de reposo, Escogen lo que me agrada Y se mantienen firmes en Mi pacto, Les daré en Mi casa y en Mis muros un lugar, Y un nombre mejor que el de hijos e hijas. Les daré nombre eterno que nunca será borrado.
»Y a los extranjeros que se unan al SEÑOR Para servirle, y para amar el nombre del SEÑOR, Para ser Sus siervos, a todos los que guardan el día de reposo sin profanarlo, Y se mantienen firmes en Mi pacto, Yo los traeré a Mi santo monte, Y los alegraré en Mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre Mi altar; Porque Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos». Declara el Señor DIOS que reúne a los dispersos de Israel: «Todavía les juntaré otros a los ya reunidos».
Todas las bestias del campo, Todas las bestias del bosque, Vengan a comer. 10 Los centinelas de Israel son ciegos, Ninguno sabe nada. Todos son perros mudos que no pueden ladrar, Soñadores acostados, amigos de dormir; 11 Y los perros son voraces, no se sacian. Ellos son pastores que no saben entender. Todos se han apartado por su propio camino, Cada cual, hasta el último, busca su propia ganancia. 12 «Vengan», dicen, «busquemos vino y embriaguémonos de licor; Y mañana será como hoy, solo que mucho mejor».

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Mateo 4
Jesús es tentado
4 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan». Pero Jesús le respondió: «Escrito está: “NO SOLO DE PAN VIVIRÁ EL HOMBRE, SINO DE TODA PALABRA QUE SALE DE LA BOCA DE DIOS”».
Entonces el diablo lo llevó* a la ciudad santa, y lo puso sobre el pináculo del templo, y le dijo*: «Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo, pues escrito está:
“A SUS ÁNGELES TE ENCOMENDARÁ”, Y: “EN LAS MANOS TE LLEVARÁN, NO SEA QUE TU PIE TROPIECE EN PIEDRA”».
Jesús le contestó: «También está escrito: “NO TENTARÁS AL SEÑOR TU DIOS”».
Otra vez el diablo lo llevó* a un monte muy alto, y le mostró* todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». 10 Entonces Jesús le dijo*: «¡Vete, Satanás! Porque escrito está: “AL SEÑOR TU DIOS ADORARÁS, Y SOLO A ÉL SERVIRÁS”». 11 El diablo entonces lo dejó*; y al instante, unos ángeles vinieron y le servían.

Jesús va a Galilea

12 Cuando Jesús oyó que Juan había sido encarcelado, regresó a Galilea. 13 Saliendo de Nazaret, fue a vivir en Capernaúm, que está junto al mar, en la región de Zabulón y de Neftalí; 14 para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías, cuando dijo:
15 «¡TIERRA DE ZABULÓN Y TIERRA DE NEFTALÍ, CAMINO DEL MAR, AL OTRO LADO DEL JORDÁN, GALILEA DE LOS GENTILES! 16 EL PUEBLO ASENTADO EN TINIEBLAS VIO UNA GRAN LUZ, Y A LOS QUE VIVÍAN EN REGIÓN Y SOMBRA DE MUERTE, UNA LUZ LES RESPLANDECIÓ».
17 Desde entonces Jesús comenzó a predicar: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado».

Llamamiento de los primeros discípulos

18 Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, echando una red al mar, porque eran pescadores. 19 Y les dijo*: «Vengan en pos de Mí, y Yo los haré pescadores de hombres». 20 Entonces ellos, dejando al instante las redes, lo siguieron.
21 Y pasando de allí, Jesús vio a otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con su padre Zebedeo, remendando sus redes, y los llamó. 22 Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, lo siguieron.

La fama de Jesús se extiende

23 Y Jesús iba por toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 24 Se extendió Su fama por toda Siria; y traían a Él todos los que estaban enfermos, afectados con diversas enfermedades y dolores, los endemoniados, epilépticos y paralíticos, y Él los sanaba. 25 Y lo siguieron grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.

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