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El TULIP, las Doctrinas de la Gracia, un Poco de Historia y Algunas Aclaraciones

Antes de hablar sobre cada una de las doctrinas de la gracia en esta serie en el blog, quiero contarte qué es el TULIP (Tulipán, en español), darte una breve definición de las doctrinas de la gracia; que expandiré y explicaré a lo largo de esta serie mostrando lo bíblicas que son, un poco de historia y dejar claras algunas cosas.

Aprendiendo el TULIP

La palabra TULIP es usada como acrónimo para lo que llamamos las doctrinas de la gracia. Es una forma de abreviarlas. El Tulip, por sus iniciales en inglés significa:

  • Total depravity (Depravación total).
  • Unconditional election (Elección incondicional).
  • Limited atonement (Expiación limitada).
  • Irresistible grace (Gracia irresistible).
  • Perseverance of the saints (Perseverancia de los santos).

El acrónimo Tulip es muy usado porque es fácil de recordar y por el orden de las enseñanzas:

  • La T tiene que ver con la condición caída del hombre.
  • La U con el propósito de Dios.
  • La L con la obra de Jesús en medio.
  • La I con lo que hace el Espíritu Santo en nuestros corazones.
  • La P con nuestro futuro glorioso en las manos de Dios.

¿Qué significan las doctrinas de la gracia?

1. Depravación total (o corrupción radical).

“dependemos 100% de la gracia de Dios para poder ver la belleza del evangelio y creerlo”

Significa que dependemos 100% de la gracia de Dios para poder ver la belleza del evangelio y creerlo, porque nuestra corrupción por el pecado es tan insondable, que aunque somos hechos a imagen de Dios, todas las áreas de nuestras vidas están afectadas por el pecado y tenemos una incapacidad moral para vencer nuestra propia maldad.

2. Elección incondicional

Significa que Dios, previendo el pecado del hombre, amó y escogió sin condiciones desde antes de la fundación del mundo, a todos los que serían libres del pecado y llevados a Cristo eficazmente para salvación, para alabanza de la gloria de Su gracia.

3. Expiación limitada (o redención particular).

Significa que aunque es cierto y maravilloso que todo el que crea el evangelio será salvo y Jesús es más que suficiente para redimir a todos los hombres, Cristo vino con una misión mucho más definida y grandiosa de lo que podemos pensar: No solo hacer posible la salvación de Sus ovejas, sino asegurarla como mediador del nuevo pacto que Dios decretó.

4. Gracia irresistible (o llamamiento eficaz).

Significa que Dios vence la resistencia de Su multitud incalculable de escogidos, conforme a Su voluntad, para que cada uno de ellos vea la gloria de Cristo en el evangelio y crean para salvación voluntariamente, ejerciendo el don de la fe que Dios les da, como consecuencia natural de ver el valor de Jesús por encima de todo lo demás.

5. Perseverancia de los santos (o preservación de los santos).

Significa que Dios terminará lo que inició en nosotros. Todos los cristianos verdaderos, aunque no tengan vidas perfectas, ganarán la batalla de la fe porque Dios les guardará y concederá la victoria que Jesús garantiza.

Un poco (muy poco) de historia y algunas aclaraciones.

“Estas verdades no fueron descubierta; fueron reveladas por Dios”

En realidad no hay mucha historia que contar: Estas verdades no fueron descubierta; fueron reveladas por Dios en Su Palabra. Estas verdades no tienen historia; son eternas.

Sin embargo, si queremos hablar de cómo estas enseñanzas han sido predicadas a lo largo de la historia de la iglesia, pasando por los primeros cristianos y siglos más tarde por personas como John Bunyan, John Owen, Jonathan Edwards, Robert Murray M’Cheyne, John Knox, John Newton, Isaac Watts, Charles Spurgeon, George Muller, Martyn Lloyd-Jones, George Withefield, y en la actualidad con predicadores y teólogos como J.I. Packer, John Piper, John MacArthur, David Platt, Paul Washer, Mark Dever, D.A. Carson, Timothy Keller, R.C. Sproul, Steve Lawson, y en Latinoamérica con pastores como Miguel Núñez y Sugel Michelen, entre muchísimos otros, en toda la historia de la iglesia destaca un nombre en particular: Juan Calvino.

Calvino fue un teólogo francés que enseñó de forma contundente las doctrinas de la gracia en los tiempos de la reforma protestante (época en la que, por cierto, la gran mayoría de los cristianos protestantes creían y enseñaban estas verdades).

Lamentablemente, vivimos en una época en la cual las etiquetas son un mal necesario y por eso muchas personas que creen en las doctrinas de la gracia dicen ser calvinistas, para identificar qué creen con respecto a varias cosas de las cuales se nos habla en la Biblia, de la misma forma en que hay personas que se hacen llamar “pentecostales”, “bautistas”, “luteranas”, “carismáticas”, etc.

En lo personal, preferiría ser llamado Tulipán, aunque por convención social se me llama con frecuencia calvinista y resulta más práctica esa etiqueta.

Digo esto porque quiero dejar claro que no creemos que Calvino sea más importante que Cristo. De hecho, en realidad la mayoría de los calvinistas no están de acuerdo con absolutamente todo lo que enseñó Calvino en sus libros y sermones sobre diversos temas a parte de las doctrinas de la gracia (¡como yo!), sino que simplemente dicen ser calvinistas como abreviatura de “creo en las doctrinas de la gracia”. Más aún, ¡en realidad Calvino ni siquiera resumió las doctrinas de la gracia en cinco puntos!

Los puntos del calvinismo no se definieron como resumen de la fe reformada o algo así, sino que se declararon en réplica al arminianismo. Déjame contarte.

La historia del Arminianismo y los cinco puntos del TULIP

Jacobo Arminio fue un estudiante de Teodoro Belza (sucesor de Calvino). Con el tiempo se convirtió en un profesor de teología influyente y poco a poco abandonó varias verdades que sostenían la mayoría de los cristianos protestantes.

Arminio murió en el año 1609, pero el grupo de “arminianos” que él fundó y estaban de acuerdo con sus enseñanzas, “Los Remonstrantes”, trazó su credo en cinco artículos y lo llevó a las autoridades de la iglesia en Holanda en el año 1610[1]. Allí estalló la controversia que continúa hasta hoy.

En estos artículos, los arminianos…

  • Curiosamente, no rechazaron la corrupción radical del hombre.
  • Afirmaron creer en una elección condicional.
  • Negaron la redención particular realizada por Jesús para Su iglesia.
  • Rechazaron la enseñanza bíblica del llamamiento eficaz.
  • Declararon no estar seguros con respecto a la doctrina de la perseverancia de los santos[2].

Tristemente, la amplia mayoría de arminianos modernos, con o sin saber qué es el arminianismo, rechazan de plano todos los cinco puntos del TULIP. Entonces, al arminianismo de Los Remonstrantes es mejor llamarlo “arminianismo clásico” para evitar confusiones.

Luego de los artículos de los “Remonstrantes”, los no-arminianos respondieron desde el Sínodo de Dort varios años después y declararon los cinco puntos de lo que hemos llamado TULIP.

En la actualidad hay muchas personas que dicen “No soy arminiano, no soy calvinista, soy cristiano”, y aunque eso puede sonar tierno, la verdad es que todo cristiano se inclina hacia un lado o el otro, con todo lo que eso implica.

Mi intención en esta serie no es mostrar como todo cristiano se inclina a una de las dos soteriologías (arminianismo o calvinismo), sino exponer una introducción a las doctrinas de la gracia, pero confío en que a medida que nos adentremos en ellas verás esto por ti mismo.

¿Qué hablaremos a continuación?

En el próximo post de la serie, hablaré sobre cosas que NO creemos quienes afirmamos las doctrinas de la gracia.

Lo considero necesario, ya que he notado que la mayoría de los que no creen en las doctrinas de la gracia mantiene muchos prejuicios sobre ellas.

¡Quédate en sintonía!


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