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Pastorea con tu vida: Ten una conducta ejemplar en momentos pequeños

No permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en… conducta (1 Ti 4:12).

Hermano pastor, este trágico mundo no tiene ni idea de cuánto vales. Pero a los ojos del Cristo resucitado, tú sí importas. Tienes peso para Él, y puedes tener peso para las personas de tu iglesia. Esta importancia no tiene nada que ver con tu edad.

Si el ministerio te hace sentir inadecuado, ¡bienvenido al ministerio! Incluso el profeta Jeremías se sentía así. Pero el Señor le dijo a Jeremías que detuviera sus pensamientos derrotistas: «Pero el Señor me dijo: / “No digas: ‘Soy joven’, / Porque adondequiera que te envíe, irás, / Y todo lo que te mande, dirás”» (Jr 1:7). Entonces Dios extendió Su mano y puso Sus palabras en boca de Jeremías (Jr 1:9). ¿Por qué? Porque lo que importa más que tu boca es de quién son las palabras que están en tu boca.

Recuerda que tu llamado es a pastorear, no solo a predicar. Estas dos tareas principales son inseparables, pero distinguibles. La predicación declara la doctrina del evangelio y el pastoreo nutre la cultura del evangelio. Cuando el mensaje del pastor es una buena noticia y sus modales son amables y cálidos, la «iglesia» puede empezar a sentirse como una experiencia con Jesús mismo. La conducta pastoral ejemplar, tanto en la predicación como en el pastoreo, es lo que lleva a las personas a esos verdes pastos y a esas aguas de reposo.

La conducta pastoral ejemplar, tanto en la predicación como en el pastoreo, es lo que lleva a las personas a verdes pastos y aguas de reposo

 

No tienes que ser brillante, pero debes ser ejemplar. Lo dice 1 Timoteo 4:12. ¿Cómo podría ser de otro modo? Podemos pensar en ministros dotados cuya conducta vergonzosa les ha desacreditado y nos ha afligido a todos. El mundo entero, junto con toda la iglesia cristiana, tiene todo el derecho de esperar que seamos sorprendentemente ejemplares en esta era de corrupción. Hermano, mantengámonos firmes con la integridad de Cristo, como hombres de Dios de verdadero corazón. Si nos corrompemos, como el rey David, daremos «ocasión de blasfemar a los enemigos del Señor» (2 S 12:14). Es mucho lo que está en juego aquí: «No permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en… conducta».

Pastoreando en momentos “pequeños”

Conducta, en el texto original, sugiere tu estilo de vida polifacético, tus muchos momentos en muchos frentes, tu modo de vida completo en toda su variedad. Esta palabra abarca todas tus interacciones con la gente, todos los aspectos de tu desempeño laboral, todas las ocasiones de la vida familiar y del ocio. El léxico griego de George Abbot-Smith recoge el sentido de «un ir y venir», es decir, pasar de un momento a otro a lo largo del día.

El carácter integral de la conducta me recuerda una forma en que he cambiado con los años. En la universidad, todos mis amigos leían El Señor de los Anillos, de J. R. R. Tolkien. Así que yo también lo leí. Pero no pude terminarlo. La historia se desarrollaba muy lentamente, con una subtrama tras otra que frenaba el avance del drama. Empecé a pensar: «¡Ve al punto!». En mi impaciencia, me rendí. Eso fue en los años setenta.

El verano anterior al estreno de la primera película del Señor de los Anillos, en 2001, volví a intentarlo. Quería que mi propia imaginación pintara los cuadros. Esta vez no podía dejar de leer los libros. ¿Por qué? Tolkien no había cambiado. Yo había cambiado. A mis cincuenta años, me había dado cuenta de que mi vida real era como la que retrataba Tolkien: una pequeña subtrama tras otra, pero cada una con sentido dentro de una historia más amplia. Ahora comprendo que todos mis pequeños momentos se van construyendo hacia el desenlace final prometido por Dios. Así que lo entiendo. Muchos pequeños momentos son el verdadero funcionamiento de nuestras vidas. En ellos se forma y se manifiesta nuestra conducta. Son importantes.

El Libro de oración común nos lleva a orar para que «entre los rápidos y variados cambios de este mundo, nuestros corazones puedan ciertamente fijarse allí donde se encuentran las verdaderas alegrías». Exactamente. Ese es el realismo, y la esperanza, que da poder a una conducta pastoral ejemplar.

Tu vida puede persuadir

Admitámoslo. En muchos momentos, el ministerio puede sentirse insignificante. Pero tus pequeños momentos no son pequeños. Cada uno encaja significativamente en tu historia, tal como la narra el Señor Jesús. Cada reunión, cada conversación, cada minuto tranquilo de estudio —todo ello— constituye tu conducta, declara tu carácter y puede inspirar a tu congregación. Por lo tanto, piensa a largo plazo y ten paciencia. Si Dios no tiene prisa, ¿por qué deberías tenerla tú? Con el tiempo, tu conducta ejemplar, creciendo en una totalidad magnífica, es convincente. Te ganarás el respeto de gente buena.

Sí, tristemente, algunas personas de la iglesia nunca te respetarán. Pero la mayoría del resto será razonable y admirará tu ejemplo. Se sentirán orgullosos de que  seas su pastor. Demostrarás la sabiduría del piadoso J. C. Ryle: «Tu vida es un argumento del que nadie puede escapar».

Ahora vamos a lo práctico. Veamos cómo nos puede ayudar Tito 2:2: «Los ancianos deben ser sobrios, dignos, prudentes (dueños de sí mismos)». Los «ancianos» son los adultos en la habitación. Tu conducta puede convertirte en uno de esos héroes ahora mismo. Sea cual sea tu edad, puedes ayudar a establecer el tono para todos los demás.

Sobrios

La conducta del pastor ejemplar es tranquila. Avanza con suave confianza. No es bravuconería. Es realismo sobrio. Estás, de hecho, sirviendo a Aquel que tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra. No tienes derecho a inflarte de orgullo ni a paralizarte de miedo. El Señor del universo te llamó al ministerio. Él te ha estado preparando toda tu vida para los deberes y desafíos de este mismo día. Estás más preparado de lo que crees. Atrévete a creerlo. Y ve a hacer la siguiente acción correcta.

Puedes ser una figura paterna madura en tu iglesia. Los buenos padres saben qué hacer y qué decir, según lo requiera la ocasión. Entonces los demás miembros de la familia se sienten tranquilos, seguros y agradecidos. ¡Qué llamado tan maravilloso te ha dado tu Señor! No tienes que merecerlo, pero sí recibirlo. Tu conducta ejemplar demuestra a los tuyos que «papá está en casa».

Dignos

La conducta del pastor ejemplar es noble. Cuanto más vivo, más deseo esto en mi propia vida. El título de «Reverendo» que precede a tu nombre (en algunas tradiciones, como la anglicana) exige esta misma cualidad de dignidad, nobleza, honor. No tengo ningún respeto por la pomposa grandiosidad de un ministro. Pero la seriedad, la respeto y la espero.

¿Hay risas en el ministerio? ¡Oh, sí! ¡Qué hermoso sonido es la risa sincera de los santos! Pero la tontería infantil, común en nuestra cultura decadente, no merece lugar entre el pueblo de Dios comprado con sangre. Adoramos aquí abajo en armonía con «ángeles y arcángeles y con toda la compañía del cielo», como nos recuerda el Libro de oración común. Por favor, hermano, muestra a tu iglesia, con tu conducta ejemplar, cómo puede ser esa dignidad, incluso este domingo.

Dueños de sí mismos

La conducta ejemplar del pastor es estable. Tal vez a veces notes algunas emociones descontroladas dentro de ti, como yo dentro de mí. Ese mal vecindario entre nuestras dos orejas puede ser un lugar loco para habitar. Nuestros pensamientos y sentimientos oscuros pueden dominarnos, incluso derrotarnos. Pero los hombres piadosos se defienden. Se atreven a vivir en el dominio propio que da el Espíritu.

¿Por qué no acudes a un amigo de confianza de la iglesia para hablar y orar juntos sobre lo que más te inquieta? Nadie crece aislado, ni siquiera los pastores. Pero todos podemos caminar en novedad de vida acudiendo a un amigo sabio con esta humilde petición: «Ayúdame a verme a mí mismo». ¿Quién no se beneficiaría de ello? Tu propia vulnerabilidad será una conducta ejemplar. Crecerás en el estable dominio de ti mismo que adorna el evangelio que predicas.

¿Ejemplar o genial?

Lo bueno de tener setenta y tres años y estar medio muerto es que ya no soy genial. Es liberador. No tengo que proyectar un falso Ray idealizado. Puedo olvidarme de mí mismo y amar a los demás. Esta es mi súplica para ti, hermano pastor: ¿Por qué no entrar en esa libertad ahora mismo, a tu corta edad? Puedes ser ejemplar en tu conducta, por la gracia de Dios, a un nivel que te sorprenda incluso a ti.

La revista Rolling Stone entrevistó a Billy Joel en 1990. Este es un fragmento de lo que dijo:

Necesito sustancia en mi vida. El mundo necesita sustancia. El mundo no necesita más moda. La moda está muerta. El mundo no necesita más lo genial o lo astuto. El mundo necesita cosas sustanciales.

El mundo también necesita pastores sustanciales. Eso es lo que yo creo. Es lo que tú crees. De acuerdo, entonces: da ejemplo a los creyentes con tu conducta.


Publicado originalmente en Desiring GodTraducido por Eduardo Fergusson.

Ray Ortlund es presidente de Renewal Ministries, y miembro emérito del Consejo de The Gospel Coalition. Fundó Immanuel Church en Nashville, Tennessee, y ahora sirve desde Immanuel como mentor para otros pastores. Ray es autor de varios libros, entre ellos El Evangelio: Como la iglesia refleja la hermosura de Cristo. Él y su esposa Jani tienen cuatro hijos.

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