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El pastor íntegro: Por qué los hombres de Dios buscan la pureza

No permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en… pureza (1 Ti 4:12).

El ministerio pastoral no es algo inferior con lo que los pastores nos conformamos. Es algo elevado que seguimos alcanzando por la fe en la gracia de Dios, en arrepentimiento de nuestros pecados y con valor para creer siempre en Dios por Su poder revivificador.

El llamado elevado que Dios nos ha dado como pastores es obvio en la palabra final de nuestro versículo que establece la agenda, 1 Timoteo 4:12. Esa palabra es pureza. Esta es una forma segura en que cualquier pastor joven puede ganarse el respeto de personas de todas las edades en su congregación.

La pureza exigida y creada

Pureza es una palabra osada, ¿verdad? Es contundente y fuerte, no deja lugar a concesiones. Es por eso que la palabra está en este versículo para nosotros los pastores. Necesitamos este golpe de agua fría en nuestros rostros. El ethos moralmente corrosivo de nuestro tiempo (tan contrario a la pureza) queda expuesto muy bien por Marilynne Robinson en su perspicaz libro The Death of Adam [La muerte de Adán]:

Cuando un hombre o una mujer buenos tropiezan, decimos: «Lo sabía desde el principio», y cuando uno malo tiene un momento de gracia, nos mofamos de la hipocresía. Es como si no hubiera nada que lamentar o admirar, solo una narrativa oculta que de vez en cuando se hace evidente a través de la falsa narrativa superficial. Y la narrativa oculta, por ser fea y siniestra, es por tanto verdadera (p. 78).

Esa visión de moda está profundamente corrompida. Hay una diferencia entre pecado y corrupción. A pesar de todos sus errores graves, el papa Francisco me ayudó a articular la diferencia crítica entre ambos. Sostuvo que la corrupción es el pecado repetido y repetido hasta que se profundiza a tal punto que el pecado ya no parece pecaminoso («Los límites del diálogo»). La corrupción hace que el pecado parezca normal. Como resultado, el pecador corrompido ya no está abierto a la gracia. ¿Y cómo puede acabar eso bien? Denominaciones enteras pueden verse sumidas en la angustia por la corrupción en medio de ellas.

Hermanos, nunca debemos permitir que la oscuridad de nuestros tiempos empiece a parecer normal. Los hombres de Dios saben que la pureza no es un retroceso a una época pasada. No es una vergüenza. Es la imagen hermosa de Cristo mismo marcándonos y honrándonos, para que cada uno de nosotros pueda ser «un vaso para honra» en las manos del Señor (2 Ti 2:20-21). ¿No es eso lo que tú y yo deseamos fervientemente: pureza dentro de nosotros y entre nosotros?

Por tanto, seamos decididos. Rechacemos rotundamente todo cinismo que se burla de la pureza como si fuera una pose falsa. Humillémonos, traguemos la Palabra de Dios completa y, por la gracia de Dios, sigamos caminando por la senda del cristianismo auténtico que todas las generaciones de pastores fieles que nos han precedido han recorrido. Ese camino incluye la pureza. Exige pureza. Crea pureza.

Las muchas facetas de la pureza

¿Qué es entonces la pureza pastoral? Evidentemente, no puede ser la perfección sin pecado. El hombre que escribió esto se llamó a sí mismo, anteriormente en esta misma carta, «el primero» de los pecadores (1 Ti 1:15). Hay, sin embargo, una pureza verdadera que todos en nuestras iglesias pueden esperar con razón de nosotros, pastores con defectos pero fieles. El apóstol consideraba la pureza esencial para el ministerio del evangelio (2 Co 6:6). Jesús consideraba la pureza de corazón esencial para la identidad del reino (Mt 5:8). Sea lo que sea la pureza —la cual incluye la integridad sexual, pero es mucho más—, debemos aceptar profundamente su autoridad completa sobre nosotros.

Imagina conmigo que pudiéramos tomar esta palabra traducida como pureza como una hermosa gema, sostenerla a la luz del sol y girarla una y otra vez en nuestras manos, mirándola desde distintos ángulos, deslumbrándonos por el esplendor de sus diversas facetas. ¿Qué veríamos allí? Veríamos la gema de la pureza brillando con santidad, reverencia, integridad, inocencia, honestidad y sinceridad, para empezar.

La pureza es integridad de corazón, la cual dignifica todas las áreas de la vida de un pastor. La Biblia dice: «ustedes de doble ánimo, purifiquen sus corazones» (Stg 4:8). Por eso Søren Kierkegaard escribió: «Pureza de corazón es querer una sola cosa». Es posible ministrar el evangelio con un corazón dividido (Fil 1:17). Es posible predicar la verdad, pero no «en verdad» (Fil 1:18). Tú y yo nos apartamos de tal visión con pesar y aborrecimiento. Volvemos a Cristo mismo como nuestro mensaje y como nuestro motivo.

Pureza allá afuera

Tristemente, nuestro mundo de hoy no es amigo de la pureza de un pastor. Cualquier cosa parecida a la pureza simplemente no está de moda. Para este mundo trágico, la misma palabra pureza puede sonar pintoresca, falsa, incluso ofensiva. Pero Dios se deleita en nuestra pureza. Para Él, todos los aspectos de la pureza que ve en nosotros son hermosos, y hermosos con algo de Su propia belleza.

¿Cómo se ve un pastor de pureza ejemplar? No tiene agendas ocultas. Se le puede escuchar directamente. Demuestra su veracidad una y otra vez. Se puede confiar en él. Cumple sus promesas. No utiliza a las personas, sino que las ama. No evalúa a los demás con un análisis egoísta de costos y beneficios, sino que entrega su corazón y sigue siendo un amigo inquebrantable a largo plazo.

Cuando aceptó el llamado de su iglesia para ministrar el evangelio allí, lo dijo en serioy lo dice en serio, incluso cuando es puesto a prueba por las dificultades. Su congregación nunca tiene que preguntarse qué es lo que realmente quiere o qué es lo que realmente le importa. Saben que su pastor es «auténtico». Así es un hombre apartado por su pureza ejemplar. ¡Qué glorioso privilegio para cada pastor!

Hombres que destacan

Entonces, hermano pastor, esto es lo que debes aceptar. En algunos círculos, si te comprometes con la pureza, no encajarás. La Septuaginta usa esta palabra traducida como pureza en Números 6:2-3. Dice allí, de la persona que hace voto nazareo: «El hombre o la mujer que se aparte y haga un voto de nazareo, para consagrarse a mí, deberá abstenerse de vino y de sidra…»  (énfasis añadido, RVC). Y tu pureza te apartará en nuestros días.

No quiero decir que te alejes de las personas. Espero que no lo hagas. Pero si te dedicas a la pureza ante el Señor y tu iglesia, puede que no te perciban como «uno más». En lugar de encajar, destacarás. Es posible que algunas personas no sepan cómo responder. Algunos incluso podrían despreciarte. Pero cada vez más, con el tiempo, las personas imparciales te verán como realmente eres: un ejemplo notable de autenticidad cristiana.

Solo por la gracia de Dios, solo para Su gloria, puedes cumplir el llamado ejemplar de 1 Timoteo 4:12. Serás respetado. Tu pueblo será bendecido. Y el mundo sabrá que un hombre de Dios ha caminado entre ellos.


Publicado originalmente en Desiring GodTraducido por Eduardo Fergusson.

Ray Ortlund es presidente de Renewal Ministries, y miembro emérito del Consejo de The Gospel Coalition. Fundó Immanuel Church en Nashville, Tennessee, y ahora sirve desde Immanuel como mentor para otros pastores. Ray es autor de varios libros, entre ellos El Evangelio: Como la iglesia refleja la hermosura de Cristo. Él y su esposa Jani tienen cuatro hijos.

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