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Lectura de Hoy

11-08-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Romanos 1

¿Cómo se manifiesta la ira de Dios, según las Escrituras?

No hay una respuesta breve a esa pregunta, porque pueden ser muchas, dependiendo de una enorme gama de circunstancias. La ira de Dios aniquiló a casi toda la raza humana durante el Diluvio. A veces, el castigo de Dios a su pueblo del pacto es para corregir. En ocasiones, es inmediato, sobre todo porque tiende a ser instructivo (como la derrota del pueblo de Hai después de que Acán robara plata y ropa fina de Babilonia). En otros momentos, Dios se abstiene, lo cual en cierto modo muestra su gracia, pero dada la perversidad de los que llevan su imagen, es fácil que las cosas se descontrolen.

La demostración última de la ira de Dios es el infierno mismo (ver, por ejemplo, Apocalipsis 14:6 ss.).
Romanos 1:18 ss, expresa la revelación de la ira de Dios de una ma- nera un tanto diferente. Lo que Pablo presenta aquí no es lo único que se puede decir de la ira de Dios—incluso en la mente del mismo Pablo—, pero contribuye con algo muy importante. No sólo se revela la ira de Dios contra “toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad” (1:18), sino que se manifiesta en esos pecados; es decir, en el hecho de que Dios entrega a la gente a que hagan lo que quieren hacer (1:24-28). En otras palabras, en vez de reprenderlos con juicio corrector o restringir su maldad, Dios “los entregó”: a “pasiones vergonzosas” (1:26) y a “la depravación mental” (1:28). El resultado es la multiplicación de la “maldad, perversidad, avaricia y depravación” (1:29). La imagen que presentan el resto de los versículos de Romanos 1 no es nada bonita.

Debemos reflexionar un poco más sobre lo que esto significa. En nuestra falta de visión, a veces pensamos que Dios es un poco inflexible cuando en algunos pasajes, en particular del Antiguo Testamento, castiga de inmediato a su pueblo por sus pecados. Pero, ¿cuál es la alternativa? Sencillamente, es no castigarlos enseguida. Si el castigo fuera sólo un asunto de educación correctiva a un pueblo moralmente neutral, el momento y la severidad del mismo no importarían mucho; aprenderíamos. Pero la Biblia afirma que, tras la caída, somos por naturaleza y persistentemente rebeldes en contra de Dios. Si nos castiga, nos quejamos de su severidad.

Si no nos castiga, descendemos hacia el libertinaje hasta que los fundamentos mismos de la sociedad se ven amenazados. Entonces, puede que clamemos a Dios pidiendo misericordia. Eso está muy bien, pero al menos debemos entender que hubiera sido misericordioso que no nos permitiera caer tan bajo en el abismo.

Si vemos la forma y las tendencias de la cultura moderna, ¿no podríamos argumentar que ya estamos bajo la severa ira de Dios? ¡Ten misericordia, Señor!  

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Salmos 13–14
Un amigo mío dio una vez una conferencia evangelística en la universidad, titulada “Los ateos son necios y los agnósticos, cobardes”. No hace falta decir que atrajo a una multitud considerable, aunque esta era bastante hostil. Se puede discutir si fue sabio desde un punto de vista táctico poner semejante título a su comparecencia en un escenario como aquel. Lo que está fuera de toda duda es que mi amigo estaba siendo fiel a las Escrituras: “Dice el necio en su corazón: ‘No hay Dios’” (Salmos 14:1).

De hecho, el texto de la Escritura es más elocuente que su traducción al castellano. En hebreo, la palabra “necio” es un término de desaprobación moral que indica perversidad, grosería y agresividad. Pablo entendió el sentido: “Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios” (1:22). Después de todo, “lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos, pues él mismo se lo ha revelado” (1:19) y “como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su vez los entregó a la depravación mental” (Romanos 1:28). Según la Biblia, el ateísmo, es en última instancia, una rebelión desafiante y obstinada, más que el producto de una búsqueda equivocada o un tipo de error intelectual.

El hecho de que la mayoría no considere el ateísmo como tal es en sí mismo un indicio de nuestra depravación. Los ateos más instruidos admiten habitualmente la relación existente entre la moralidad y la creencia, entre la inmoralidad y la incredulidad. Huxley escribió un famoso pasaje en el cual reconoce que una de las fuerzas motrices del naturalismo ateo es el deseo de erradicar toda clase de condena moral de las conductas condenables. En otro párrafo no menos famoso, Michel Foucault, uno de los teóricos del posmodernismo, confiesa abiertamente que lo importante para él era destruir las nociones de verdad y moralidad porque quería justificar su propia conducta sexual. Foucault murió de SIDA poco tiempo atrás.

No debemos aplicar este texto de forma errónea. Existen muchos ateos honestos dentro del marco de sus propias presuposiciones. Sin embargo, este marco es incorrecto. No lo establece un solo individuo. Se va formando pieza a pieza hasta que ciertas creencias se hacen culturalmente posibles, seguidamente probables, finalmente inevitables, y cada generación, cada individuo, han contribuido a esta inmensa rebelión, este deseo de autonomía que se niega a reconocer los derechos de nuestro Hacedor y nuestras obligaciones con él.

El ateísmo no se vuelve simplemente una elección individual, sino también una degeneración social. La consecuencia definitiva es la condenación total de Salmos 14:2-3 (compárese con Romanos 3:10- 18). Al final del día, solo encontraremos ayuda en el Señor (14:7)

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
1 Samuel 1
Oración de Ana
1 Había un hombre de Ramataim de Zofim, de la región montañosa de Efraín, que se llamaba Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, el efrateo.  Elcana tenía dos mujeres: el nombre de una era Ana y el de la otra Penina. Penina tenía hijos, pero Ana no los tenía.  Todos los años aquel hombre subía de su ciudad para adorar y ofrecer sacrificio al Señor de los ejércitos en Silo. Allí los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, eran sacerdotes del Señor.

Cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba porciones a Penina su mujer y a todos sus hijos e hijas;  pero a Ana le daba una doble porción, pues él amaba a Ana, aunque el Señor no le había dado hijos.  Su rival, Penina, la provocaba amargamente para irritarla, porque el Señor no le había dado hijos.  Esto sucedía año tras año; siempre que ella subía a la casa del Señor, Penina la provocaba, por lo que Ana lloraba y no comía.  Entonces Elcana su marido le dijo: «Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué está triste tu corazón? ¿No soy yo para ti mejor que diez hijos?».

Pero Ana se levantó después de haber comido y bebido estando en Silo, y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en la silla junto al poste de la puerta del templo del Señor, 10  ella, muy angustiada, oraba al Señor y lloraba amargamente. 11  Entonces hizo voto y dijo: «Oh Señor de los ejércitos, si te dignas mirar la aflicción de Tu sierva, te acuerdas de mí y no te olvidas de Tu sierva, sino que das un hijo a Tu sierva, yo lo dedicaré al Señor por todos los días de su vida y nunca pasará navaja sobre su cabeza».

12 Mientras ella continuaba en oración delante del Señor, Elí le estaba observando la boca. 13  Pero Ana hablaba en su corazón, solo sus labios se movían y su voz no se oía. Elí, pues, pensó que estaba ebria. 14  Entonces Elí le dijo: «¿Hasta cuándo estarás embriagada? Echa de ti tu vino». 15  Pero Ana respondió: «No, señor mío, soy una mujer angustiada en espíritu. No he bebido vino ni licor, sino que he derramado mi alma delante del Señor. 

16  No tenga a su sierva por mujer indigna. Hasta ahora he estado orando a causa de mi gran congoja y aflicción». 17  «Ve en paz», le respondió Elí, «y que el Dios de Israel te conceda la petición que le has hecho». 18  «Halle su sierva gracia ante sus ojos», le dijo ella. Entonces la mujer se puso en camino, comió y ya no estaba triste su semblante.

Nacimiento y dedicación de Samuel

19 A la mañana siguiente se levantaron bien temprano, adoraron delante del Señor y regresaron de nuevo a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y el Señor se acordó de ella. 20  Y a su debido tiempo, después de haber concebido, Ana dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: «Porque se lo he pedido al Señor».21 Subió el varón Elcana con toda su casa a ofrecer al Señor el sacrificio anual y a pagar su voto. 

22  Pero Ana no subió, pues dijo a su marido: «No subiré hasta que el niño sea destetado. Entonces lo llevaré para que se presente delante del Señor y se quede allí para siempre». 23  Elcana su marido le dijo: «Haz lo que mejor te parezca. Quédate hasta que lo hayas destetado; solamente confirme el Señor Su palabra». Ana se quedó y crió a su hijo hasta que lo destetó. 24  Después de haberlo destetado, llevó consigo al niño, y lo trajo a la casa del Señor en Silo, aunque el niño era pequeño. También llevó un novillo de tres años, un efa (22 litros) de harina y un odre de vino.25 Entonces sacrificaron el novillo, y trajeron el niño a Elí. 

26  «¡Oh señor mío!», dijo Ana. «Vive su alma, señor mío. Yo soy la mujer que estuvo aquí junto a usted orando al Señor. 27  Por este niño oraba, y el Señor me ha concedido la petición que le hice. 28  Por lo cual yo también lo he dedicado al Señor. Todos los días de su vida estará dedicado al Señor». Y adoró allí al Señor.

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Romanos 1
LIBRO QUINTO
Saludo
1 Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, 2 que Él ya había prometido por medio de Sus profetas en las Sagradas Escrituras. 3  Es el mensaje acerca de Su Hijo, que nació de la descendencia de David según la carne, 4  y que fue declarado Hijo de Dios con un acto de poder, conforme al Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos: nuestro Señor Jesucristo.

5 Es por medio de Él que hemos recibido la gracia y el apostolado para promover la obediencia a la fe entre todos los gentiles, por amor a Su nombre; 6  entre los cuales están también ustedes, llamados de Jesucristo. 7  A todos los amados de Dios que están en Roma, llamados a ser santos: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Deseos de Pablo de visitar a Roma

8 En primer lugar, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo por todos ustedes, porque por todo el mundo se habla de su fe. 9  Pues Dios, a quien sirvo en mi espíritu en la predicación del evangelio de Su Hijo, me es testigo de cómo sin cesar hago mención de ustedes 10  siempre en mis oraciones, implorando que ahora, al fin, por la voluntad de Dios, logre ir a ustedes.

11 Porque anhelo verlos para impartirles algún don espiritual, a fin de que sean confirmados; 12  es decir, para que cuando esté entre ustedes nos confortemos mutuamente, cada uno por la fe del otro, tanto la de ustedes como la mía. 13  Y no quiero que ignoren, hermanos, que con frecuencia he hecho planes para ir a visitarlos, pero hasta ahora me he visto impedido, a fin de obtener algún fruto también entre ustedes, así como entre los demás gentiles. 

14  Tengo obligación tanto para con los griegos como para con los bárbaros, para con los sabios como para con los ignorantes. 15  Así que, por mi parte, ansioso estoy de anunciar el evangelio también a ustedes que están en Roma.

Una definición del evangelio

16 Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree, del judío primeramente y también del griego. 17  Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

El hombre ha ignorado a Dios

18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad. 19  Pero lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. 20  Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa.21 Pues aunque conocían a Dios, no lo honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. 22  Profesando ser sabios, se volvieron necios, 23  y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

La consecuente corrupción del hombre

24 Por lo cual Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos. 25  Porque ellos cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos. Amén.

26 Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza. 27  De la misma manera también los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío.

28 Y así como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen. 29  Están llenos de toda injusticia, maldad, avaricia y malicia, llenos de envidia, homicidios, pleitos, engaños, y malignidad. Son chismosos, 30  detractores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de lo malo, desobedientes a los padres, 31  sin entendimiento, indignos de confianza, sin amor, despiadados. 

32  Ellos, aunque conocen el decreto de Dios que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también dan su aprobación a los que las practican.

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Jeremías 39
Caída de Jerusalén

39 Y aconteció que Jerusalén al fin fue tomada en el año noveno de Sedequías, rey de Judá, en el décimo mes, cuando vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitiaron.  En el año undécimo de Sedequías, en el mes cuarto, a los nueve días del mes, se abrió una brecha en el muro de la ciudad.  Entonces todos los oficiales del rey de Babilonia entraron y se sentaron en la puerta Central: Nergal Sarezer, Samgar Nebo, Sarse Quim el Rabsaris, Nergal Sarezer el Rabmag y todos los demás oficiales del rey de Babilonia.

Cuando los vieron Sedequías, rey de Judá, y todos los hombres de guerra, huyeron y salieron de noche de la ciudad por el camino del jardín del rey, por la puerta entre los dos muros, y se fueron por el camino del Arabá.  Pero el ejército de los caldeos los persiguió, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; lo apresaron y lo llevaron a Ribla en la tierra de Hamat, donde Nabucodonosor, rey de Babilonia, dictó sentencia contra él.  Entonces el rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedequías ante sus ojos en Ribla; también el rey de Babilonia degolló a todos los nobles de Judá.  Después le sacó los ojos a Sedequías y lo ató con grillos de bronce para llevarlo a Babilonia.

Los caldeos prendieron fuego al palacio del rey y a las casas del pueblo y derribaron los muros de Jerusalén.  En cuanto al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, a los desertores que se habían pasado a él, y los demás del pueblo que quedaban, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los llevó cautivos a Babilonia. 10  Pero a algunos de los más pobres del pueblo que no tenían nada, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los dejó en la tierra de Judá, y aquel día les dio viñas y campos.

11 Y Nabucodonosor, rey de Babilonia, dio órdenes a Nabuzaradán, capitán de la guardia, respecto a Jeremías, diciéndole: 12  «Tómalo y vela por él, y no le hagas daño alguno; sino que harás con él conforme a lo que él mismo te diga». 13  Entonces dio órdenes Nabuzaradán, capitán de la guardia, junto con Nebusazbán el Rabsaris, y Nergal Sarezer el Rabmag, y todos los oficiales principales del rey de Babilonia; 14  y enviaron a sacar a Jeremías del patio de la guardia y lo pusieron al cuidado de Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, para que lo llevara a casa. Y Jeremías se quedó en medio del pueblo.

15 La palabra del Señor había venido a Jeremías mientras estaba detenido en el patio de la guardia, diciéndole: 16  «Ve y dile al etíope Ebed Melec: “Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Ciertamente, traigo Mis palabras sobre esta ciudad para mal y no para bien; y se cumplirán delante de ti en aquel día. 17  Pero Yo te libraré en aquel día’, declara el Señor, ‘y no serás entregado en manos de los hombres que temes. 18  Porque ciertamente te libraré, y no caerás a espada; antes bien, tendrás tu vida por botín, porque confiaste en Mí’, declara el Señor”».

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Salmos 13–14
Plegaria de un afligidoPara el director del coro.
Salmo de David.
13¿Hasta cuándo, oh Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás de mí Tu rostro?  ¿Hasta cuándo he de tomar consejo en mi alma, Teniendo pesar en mi corazón todo el día? ¿Hasta cuándo mi enemigo se enaltecerá sobre mí?

Considera y respóndeme, oh Señor, Dios mío; Ilumina mis ojos, no sea que duerma el sueño de la muerte;  No sea que mi enemigo diga: «Lo he vencido»; Y mis adversarios se regocijen cuando yo sea sacudido.

Pero yo en Tu misericordia he confiado; Mi corazón se regocijará en Tu salvación.  Cantaré al Señor, Porque me ha llenado de bienes.

El hombre necio y malvadoPara el director del coro.
Salmo de David.


14 El necio ha dicho en su corazón: «No hay Dios».
Todos se han corrompido, han cometido hechos abominables;
No hay quien haga el bien.
2  El Señor ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres
Para ver si hay alguien que entienda,
Alguien que busque a Dios.
3  Pero todos se han desviado, a una se han corrompido;
No hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno.

4 ¿No tienen conocimiento todos los que hacen iniquidad,
Que devoran a mi pueblo como si comieran pan,
Y no invocan al Señor?
5  Allí están temblando de miedo,
Pues Dios está con la generación justa.
6  Del consejo del afligido ustedes se burlarían,
Pero el Señor es su refugio.7 ¡Oh, si de Sión saliera la salvación de Israel!
Cuando el Señor restaure a Su pueblo cautivo,
Se regocijará Jacob y se alegrará Israel.

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