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30-10-2023

Devocional

Devocional: Oseas 3–4

Oseas 1 es a Oseas 2 lo que Oseas 3 es a Oseas 4. El primer elemento de cada par de capítulos se escribe en prosa y se centra en Oseas y Gomer; el segundo es poesía y trata sobre la relación paralela entre Yahvé e Israel.

En el par de capítulos que tenemos delante (Oseas 3—4), el profeta comienza con un relato comedido, en primera persona, de lo que sucedió después en su matrimonio. Este capítulo lleva la historia hasta el final. A Oseas, se le encarga que ame a su esposa que, al parecer, ha regresado a la prostitución y ahora “pertenece” a otro hombre (probablemente, a un proxeneta). Oseas no desvela ninguno de sus sentimientos cuando compra a Gomer; los actos son más importantes (algo que nuestra generación ha olvidado por completo). A pesar de todo, al mismo tiempo le encarga a Gomer, que ahora ha vuelto a su lado, que le sea fiel.

Esto refleja exactamente la situación de Dios. En teoría, estaba en su derecho de haber repudiado a su “esposa” y haberla olvidado. En vez de ello, se compromete a recuperarla, a pagar lo necesario para ello, pero también espera que, ahora que ha regresado, ella le sea fiel. Dios sigue amando a sus escogidos. Los perseguirá, aun después de la más horrible rebeldía y castigo, y los comprará de nuevo. De hecho, los últimos versículos del capítulo 3 conciben un exilio que, a largo plazo, será beneficioso: establecerá un tiempo cuando el remanente “buscarán nuevamente al Señor su Dios, y a David su rey” (3:5).

En Oseas 4, Dios se dirige al apóstata Israel. “Ya no hay entre mi pueblo fidelidad ni amor, ni conocimiento de Dios” (4:1). La larga lista de pecados es profundamente deprimente. “Por falta de conocimiento mi pueblo ha sido destruido”; el pueblo desconoce la Palabra de Dios (4:5). Dicho de otro modo: “Su tendencia a prostituirse los descarría; se prostituyen en abierto desafío a su Dios” (4:12). La corrupción es ahora endémica. El sarcasmo bulle hasta la superficie: ¿por qué castigaría Dios a las hijas y las nueras por prostitución cuando a los hombres les gusta juntarse con rameras (4:14)?

Dios está profundizando el sentido de vergüenza y culpa de su pueblo. La burla es palpable: “No vayáis a Guilgal ni subáis a Bet Avén” (4:15). Guilgal y Betel eran dos de los santuarios más importantes para el pacto de Dios. El segundo, Betel, significa “casa de Dios”, pero el profeta lo reforma como “Bet Avén”, es decir, “casa de maldad”, porque eso es lo único que ocurre allí. “Efraín se ha aliado con las imágenes; ¡pues que se quede con ellas!” (4:17). Acude a la iglesia con todo esto y lo único que harás será participar en una desagradable idolatría y egoísmo, sin dedicar atención a aprender la Palabra de Dios. Más vale que te quedes en casa; este tipo de “iglesia” solo te corromperá.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2016. Usado con permiso.

Devocional: 2 Timoteo 2

Una de las muchas decisiones prácticas que debe tomar un pastor comprometido es si debe o no confrontar algún error particular que se vislumbra entre el pueblo.

Son muchos los factores que influyen en este tipo de decisión. ¿A cuántas personas les está afectando? ¿Está amenazando con dividir a la iglesia o sólo es una fijación de una o dos personas? ¿Se trata de algún asunto relativamente marginal o ataca al corazón del evangelio? ¿Es algo que la Biblia aborda de manera bastante clara, o sobre lo cual no afirma nada sustancial? Además, aunque el asunto es evidentemente importante, uno debe tomar decisiones sobrias sobre cuánto tiempo y energía dedicarle. Si es poco, la congregación se puede ver seriamente afectada; si es demasiado, te distrae de lo que debería ser el enfoque principal de tu ministerio. Puede que gradualmente acabes inmerso en un mar tan enorme, que jamás vuelvas a ver la orilla.

A través de los años, me han invitado a hablar sobre una cantidad de “problemas” o “interpretaciones” que no han durado más de un par de meses o años. Puede ser conveniente estudiar lo necesario para abordar algunos de ellos; más que eso es perder el tiempo. Cerca de un mes antes del suicidio masivo de la secta “Heaven’s Gate” (en inglés, Puerta del Cielo), ellos mismos me enviaron (y seguramente a muchas otras personas) uno de sus videos y un montón de literatura. Le dediqué diez minutos a la lectura de esos documentos para ver de qué iba. Eran auténticas sandeces, así que lo guardé, esperando no tener que responder nunca a esta tontería en particular. Varias semanas después, la mayoría de sus seguidores estaban muertos.

Hará unos dos años, un pastor me llamó y me regañó por no haber respondido sustancialmente al libro de Michael Drosnin, El Código Secreto de la Biblia. Por interés, había acumulado un archivo bastante amplio sobre el tema, pero eso no satisfizo a este pastor. Él entendía que las personas de su iglesia eran terriblemente vulnerables e insistió en que yo dedicara tiempo a trabajar el tema. Yo me negué. Dos meses más tarde, descubrí que en esa iglesia, la persona con la mayor fijación en este problema era el pastor mismo, que no lograba abandonar ese asunto.

Qué contraste tan agradable, entonces, es escuchar a Pablo decirle a Timoteo lo que debe enseñar a las nuevas generaciones de pastores: “Adviérteles delante de Dios que eviten las discusiones inútiles, pues no sirven nada más que para destruir a los oyentes” (2 Timoteo 2:14). O una vez más: “No tengas nada que ver con discusiones necias y sin sentido, pues ya sabes que terminan en pleitos” (2:23). Responde lo que sea necesario; nunca te obsesiones con los temas marginales; no pierdas centrarte en lo principal; no dejes que te atraigan las discusiones tontas. Los asuntos verdaderos son demasiado importantes.


Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Publicaciones Andamio, 2013. Usado con permiso.

2 Reyes 12

Reinado de Joás de Judá

12 En el séptimo año de Jehú, Joás comenzó a reinar, y reinó cuarenta años en Jerusalén; y el nombre de su madre era Sibia de Beerseba. Y Joás hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR todos los días en que el sacerdote Joiada lo dirigió. Solo que los lugares altos no fueron quitados. El pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.

Entonces Joás dijo a los sacerdotes: «Todo el dinero de las cosas sagradas que se trae a la casa del SEÑOR en moneda corriente, tanto el dinero estipulado a cada persona, como todo el dinero que cada uno voluntariamente traiga a la casa del SEÑOR, que los sacerdotes lo tomen para sí, cada cual de sus conocidos; y ellos repararán los daños de la casa dondequiera que se encuentre algún daño».

Pero en el año veintitrés del rey Joás, los sacerdotes aún no habían reparado los daños de la casa. Entonces el rey Joás llamó al sacerdote Joiada y a los otros sacerdotes, y les dijo: «¿Por qué no reparan los daños de la casa? Ahora pues, no tomen más dinero de sus conocidos, sino entréguenlo para los daños de la casa». Y consintieron los sacerdotes en no tomar más dinero del pueblo, ni reparar ellos los daños de la casa.

Entonces el sacerdote Joiada tomó un cofre e hizo un agujero en la tapa, y lo puso junto al altar, al lado derecho conforme se entra a la casa del SEÑOR; y los sacerdotes que custodiaban el umbral depositaban en él todo el dinero que se traía a la casa del SEÑOR. 10 Cuando veían que había mucho dinero en el cofre, el escriba del rey y el sumo sacerdote subían y lo ponían en sacos, y contaban el dinero que se encontraba en la casa del SEÑOR. 11 Y entregaban el dinero que había sido contado en manos de los que hacían el trabajo, los cuales tenían a su cargo la casa del SEÑOR, y ellos lo traían para pagar a los carpinteros y a los constructores que trabajaban en la casa del SEÑOR, 12 y a los albañiles y canteros, y para comprar madera y piedra de cantería para reparar los daños de la casa del SEÑOR, y para todo lo que se gastaba para la casa, a fin de repararla.

13 Pero del dinero que se traía a la casa del SEÑOR, no se hicieron ni copas de plata, ni despabiladeras, ni tazones, ni trompetas, ni ninguna vasija de oro, ni vasijas de plata para la casa del SEÑOR; 14 porque lo daban a los que hacían el trabajo, y con él reparaban la casa del SEÑOR. 15 Y no se pedían cuentas a los hombres en cuyas manos se ponía el dinero para dárselo a los que hacían el trabajo, porque procedían fielmente. 16 No se traía a la casa del SEÑOR el dinero de las ofrendas por la culpa ni el dinero de las ofrendas por el pecado; era para los sacerdotes.

17 Entonces Hazael, rey de Aram, subió y peleó contra Gat y la tomó; y Hazael se propuso subir contra Jerusalén. 18 Y Joás, rey de Judá, tomó todas las cosas sagradas que Josafat, Joram y Ocozías, sus padres, reyes de Judá, habían consagrado, y sus propias cosas sagradas y todo el oro que se encontraba en las tesorerías de la casa del SEÑOR y de la casa del rey, y las envió a Hazael, rey de Aram. Entonces él se retiró de Jerusalén.

19 Los demás hechos de Joás, y todo lo que hizo, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá? 20 Y sus siervos se levantaron y tramaron una conspiración, y mataron a Joás en la casa de Milo, cuando descendía a Sila. 21 Pues sus siervos Josacar, hijo de Simeat, y Jozabad, hijo de Somer, lo hirieron y murió; y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David, y Amasías su hijo reinó en su lugar.

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2 Timoteo 2

El buen soldado de Jesucristo

2 Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que hay en Cristo Jesús. Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean capaces de enseñar también a otros. Sufre penalidades conmigo, como buen soldado de Cristo Jesús. El soldado en servicio activo no se enreda en los negocios de la vida diaria, a fin de poder agradar al que lo reclutó como soldado.

También el que compite como atleta, no gana el premio si no compite de acuerdo con las reglas. El labrador que trabaja debe ser el primero en recibir su parte de los frutos. Considera lo que digo, pues el Señor te dará entendimiento en todo.

Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, descendiente de David, conforme a mi evangelio, por el cual sufro penalidades, hasta el encarcelamiento como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está presa. 10 Por tanto, todo lo soporto por amor a los escogidos, para que también ellos obtengan la salvación que está en Cristo Jesús, y con ella gloria eterna. 11 Palabra fiel es esta:

Que si morimos con Él, también viviremos con Él; 12 Si perseveramos, también reinaremos con Él; Si lo negamos, Él también nos negará; 13 Si somos infieles, Él permanece fiel, pues no puede negarse Él mismo.

El buen obrero de Dios

14 Recuérdales esto, encargándoles solemnemente en la presencia de Dios, que no discutan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha y lleva a los oyentes a la ruina. 15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad. 16 Evita las palabrerías vacías y profanas, porque los dados a ellas, conducirán más y más a la impiedad, 17 y su palabra se extenderá como gangrena. Entre ellos están Himeneo y Fileto, 18 que se han desviado de la verdad diciendo que la resurrección ya tuvo lugar, trastornando así la fe de algunos. 19 No obstante, el sólido fundamento de Dios permanece firme, teniendo este sello: «El Señor conoce a los que son Suyos», y: «Que se aparte de la iniquidad todo aquel que menciona el nombre del Señor».

20 Ahora bien, en una casa grande no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro, y unos para honra y otros para deshonra. 21 Por tanto, si alguien se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra. 22 Huye, pues, de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor con un corazón puro. 23 Pero rechaza los razonamientos necios e ignorantes, sabiendo que producen rencillas.

24 El siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. 25 Debe reprender tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad, 26 y volviendo en sí, escapen del lazo del diablo, habiendo estado cautivos de él para hacer su voluntad.

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Oseas 3–4

Matrimonio simbólico de Oseas

3 Entonces el SEÑOR me dijo: «Ve otra vez, ama a una mujer amada por otro y adúltera, así como el SEÑOR ama a los israelitas a pesar de que ellos se vuelven a otros dioses y se deleitan con tortas de pasas». La compré, pues, para mí por 15 siclos (171 gramos) de plata y un homer y medio (330 litros) de cebada. Y le dije: «Te quedarás conmigo por muchos días. No te prostituirás, ni serás de otro hombre, y yo también seré para ti». Porque por muchos días los israelitas quedarán sin rey y sin príncipe, sin sacrificio y sin pilar sagrado, sin efod y sin ídolos domésticos. Después los israelitas volverán y buscarán al SEÑOR su Dios y a David su rey; y acudirán temblorosos al SEÑOR y a Su bondad en los últimos días.

Controversia de Dios con Israel

4 Escuchen la palabra del SEÑOR, israelitas, Porque el SEÑOR tiene querella contra los habitantes de la tierra, Pues no hay fidelidad, ni misericordia, Ni conocimiento de Dios en la tierra. Solo hay falso juramento, mentira, asesinato, robo y adulterio. Emplean la violencia, y homicidios tras homicidios se suceden. Por eso la tierra está de luto, Y desfallece todo morador en ella Junto con las bestias del campo y las aves del cielo; Aun los peces del mar desaparecen.

Pero que nadie contienda ni nadie reprenda; Porque tu pueblo es como los que contienden con el sacerdote. Tropezarás de día, Y también el profeta tropezará contigo de noche, Y destruiré a tu madre. Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento. Por cuanto tú has rechazado el conocimiento, Yo también te rechazaré para que no seas Mi sacerdote. Como has olvidado la ley de tu Dios, Yo también me olvidaré de tus hijos.

Cuanto más se multiplicaron, más pecaron contra Mí; Cambiaré, pues, su gloria en afrenta. Del pecado de Mi pueblo se alimentan, Y hacia su iniquidad dirigen sus deseos. Como el pueblo, así será el sacerdote; Los castigaré por su proceder, Y les pagaré según sus obras. 10 Comerán, pero no se saciarán; Se prostituirán, pero no se multiplicarán, Porque han dejado de hacer caso al SEÑOR.

11 La prostitución, el vino y el vino nuevo quitan el juicio. 12 Mi pueblo consulta a su ídolo de madera, y su vara les informa; Porque un espíritu de prostitución los ha descarriado, Y se han prostituido, apartándose de su Dios. 13 Ofrecen sacrificios sobre las cumbres de los montes Y queman incienso sobre las colinas, Debajo de las encinas, los álamos y los terebintos, Porque su sombra es agradable. Por tanto, sus hijas se prostituyen, Y sus nueras cometen adulterio. 14 No castigaré a sus hijas cuando se prostituyan Ni a sus nueras cuando cometan adulterio, Porque los hombres mismos se retiran con rameras Y ofrecen sacrificios con las rameras del culto pagano; Así se pierde el pueblo sin entendimiento.

15 Aunque tú, Israel, te prostituyas, Que no se haga culpable Judá; Tampoco vayan a Gilgal, Ni suban a Bet Avén, Ni juren: «¡Vive el SEÑOR!». 16 Ya que Israel es terco Como una novilla indómita, ¿Los pastoreará ahora el SEÑOR Como a un cordero en campo espacioso? 17 Efraín se ha unido a los ídolos; Déjalo. 18 Acabada su bebida, Se entregaron a la prostitución; Sus príncipes aman mucho la ignominia. 19 El viento los envuelve en sus alas, Y se avergonzarán de sus sacrificios.

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Salmo 119:121–144

Ayin.

121 He practicado el juicio y la justicia; No me abandones a mis opresores. 122 Sé fiador de Tu siervo para bien; Que no me opriman los soberbios. 123 Desfallecen mis ojos por Tu salvación Y por la promesa de Tu justicia. 124 Haz con Tu siervo según Tu misericordia Y enséñame Tus estatutos. 125 Yo soy Tu siervo, dame entendimiento Para que conozca Tus testimonios. 126 Es tiempo de que actúe el SEÑOR, Porque han quebrantado Tu ley. 127 Por tanto, amo Tus mandamientos Más que el oro, sí, más que el oro fino. 128 Por tanto, estimo rectos todos Tus preceptos acerca de todas las cosas, Y aborrezco todo camino de mentira.

Pe.

129 Maravillosos son Tus testimonios, Por lo que los guarda mi alma. 130 La exposición de Tus palabras imparte luz; Da entendimiento a los sencillos. 131 Abrí mi boca y suspiré, Porque anhelaba Tus mandamientos. 132 Vuélvete a mí y tenme piedad, Como acostumbras con los que aman Tu nombre. 133 Afirma mis pasos en Tu palabra, Y que ninguna iniquidad me domine. 134 Rescátame de la opresión del hombre, Para que yo guarde Tus preceptos. 135 Haz resplandecer Tu rostro sobre tu siervo, Y enséñame Tus estatutos. 136 Ríos de lágrimas vierten mis ojos, Porque ellos no guardan Tu ley.

Tsade.

137 Justo eres Tú, SEÑOR, Y rectos Tus juicios. 138 Has ordenado Tus testimonios con justicia, Y con suma fidelidad. 139 Mi celo me ha consumido, Porque mis adversarios han olvidado Tus palabras. 140 Es muy pura Tu palabra, Y Tu siervo la ama. 141 Pequeño soy, y despreciado, Pero no me olvido de Tus preceptos. 142 Tu justicia es justicia eterna, Y Tu ley verdad. 143 Angustia y aflicción han venido sobre mí, Pero Tus mandamientos son mi deleite. 144 Tus testimonios son justos para siempre; Dame entendimiento para que yo viva.


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