Vida Cristiana

3 razones para no declarar prosperidad

Lo vemos en muchas iglesias durante todo el año, pero la moda es más intensa en diciembre y enero: personas apasionadas por declarar prosperidad, éxito y bendiciones para que estas cosas vengan a sus vidas por obra de Dios.

Como muchos creyentes, crecí en círculos evangélicos donde esta práctica es común. Pero cuanto más leía la Biblia, más notaba que algo está mal con esta doctrina moderna de «declarar» y recibir prosperidad. Y no soy el único que piensa así.

Un mensaje sobre declarar prosperidad

Hace algunas semanas compartí en Instagram un tuit en el que decía que «No necesito “declarar” cosas para que se cumpla, porque los planes de Dios son mejores que los míos».

Para mi sorpresa, la publicación se volvió viral. Llegó a tener más de treinta mil «me gusta» en cuestión de días y recibí muchos mensajes al respecto. Creo que la idea hizo «clic» en muchas personas.

Sin embargo, entiendo que hay creyentes (me atrevo a decir que muchos son genuinos) para quienes declarar es algo importante y que les parece bíblico. Pensando en eso, quisiera explicar un poco más mi convicción de que los cristianos no debemos seguir esta práctica.

Estas son tres razones para no declarar prosperidad:

1) Dios es soberano, yo no.

En primer lugar, la Biblia nunca dice que podemos declarar cosas para que Dios las cumpla automáticamente. Nunca se nos promete que Dios está obligado a responder u obrar por medio de nuestras declaraciones a todas las afirmaciones positivas (o negativas) que digamos con la intención de cambiar la realidad. Esta idea proviene más de la espiritualidad moderna —inventada por el hombre actual conforme a sus propios deseos—, la psicología y la brujería, que de la Biblia.

La verdad en la Biblia es que Dios es el único soberano sobre toda la creación (Sal 135). Él es «Aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de Su voluntad» (Ef 1:11). Desde Génesis 1, vemos que solo Él tiene el poder de declarar cosas para que se cumplan.

Por lo tanto, pretender tal poder para nosotros, con la excusa de que Dios «nos hace sus hijos» o que «Jesús vino a morir para eso» —o cualquier otra excusa que parezca bíblica—, nunca se ve en la Biblia como un acto de fe. Más bien, tenemos razones para considerarlo un acto de arrogancia e idolatría a nuestras propias ideas, aunque no estemos conscientes de que eso es lo que estamos haciendo.

En vez de declarar cosas para que se cumplan, debemos orar a Dios presentando nuestras oraciones a Él según su voluntad revelada en la Biblia , reconociendo que solamente Él es el rey soberano con poder para gobernar y cambiar la realidad (1 Jn 5:14).

2) Sus planes son mejores que los míos.

Seguramente recuerdas alguna película en la que un deseo hecho por un personaje termina saliendo terriblemente mal y desencadena muchos problemas y dolores. ¡Qué bueno es saber que Dios nunca nos concederá una petición que vaya a terminar así!

Nuestro concepto de «prosperidad» y «bueno» a menudo es diferente al de Dios. A veces lo que creemos que es lo mejor para nosotros, en realidad está lejos de serlo. En contraste, la sabiduría de Dios es mucho más elevada que la nuestra.

Dios sabe exactamente qué necesitamos y por qué. Él sabe todo sobre nosotros, nuestro pasado, presente y futuro, y muchas cosas que nosotros simplemente no sabemos. Y Él sabe exactamente cómo nuestras vidas se conectan con su propósito para toda la historia de la humanidad y la redención.

Esto significa que los planes de Dios siempre van a ser mejores que los nuestros. Incluso aunque a veces nos sintamos como José en una cárcel en Egipto y no entendamos por qué Dios permite cosas tan difíciles y dolorosas en nuestras vidas. O incluso cuando estemos como el apóstol Pablo, en medio de pobreza, persecución, hambre y tribulaciones.

Dios tiene sus razones para todo lo que orquesta y Él conoce todo mejor que nosotros. Por eso uno de los regalos más grandes que Él puede darnos —por más que cueste admitirlo— es no responder a nuestras oraciones o «declaraciones» conforme a nuestras propias ideas de cómo Él debería obrar en nuestras vidas.

3) Él me llama a descansar en su amor.

Por último, algo incluso más grandioso que saber que Dios es soberano y que sus planes son mejores que los nuestros, es saber que Él nos ama. Piensa en esto: ¿cómo pudiera ser verdaderamente una buena noticia que Dios es soberano y tiene planes para nuestras vidas si Él no nos amara?

Por su gracia, podemos estar seguros del amor de Dios porque Él entregó a su Hijo por nosotros para darnos vida eterna y reconciliarnos con Él cuando éramos sus enemigos (Jn 3:16, 2 Co 5:18-19). Así que verdaderamente podemos confiar no solo en que Él tiene planes para nosotros que son más sabios que los nuestros, sino que también son de verdadera bendición para nosotros.

En Cristo, somos adoptados por Dios (Jn 1:12). Por lo tanto, podemos acercarnos a Él en oración como nuestro Padre (Mt 6:9), para descansar y confiar en su amor día a día, teniendo gozo en que Él cuida de nosotros y promete darnos todo lo que necesitamos (Mt 6:25-34).

Podemos estar seguros de que el Dios que mostró su amor por nosotros en la cruz —donde todo parecía perdido, pero fue orquestado para bien— nunca dejará de amarnos y sigue obrando todo para nuestro bien (Ro 8:28, 38-39).

Adiós a declarar prosperidad

No puedo pensar en algo más consolador y liberador que eso. Puede que no estemos del todo conscientes, pero una de las razones por las que declarar es tan popular es que en lo profundo de nuestros corazones tenemos dudas sobre el amor de Dios.

Así que «declaramos» para recibir bendiciones porque suponemos que Dios es restrictivo y no va a bendecirnos con lo mejor… al menos que nosotros declaremos cosas. ¡Hasta tememos perdernos «lo mejor» que Dios pueda darnos si no declaramos lo que entendemos como prosperidad!

Pero el evangelio es el antídoto ante este engaño común en el corazón humano, pues la lógica divina es que «El que no negó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?» (v. 32). Al mostrarnos esto, la Biblia nos enseña también que lo más grande que Dios puede darnos no son simples bendiciones pasajeras en este mundo. Es su amor mostrado en la cruz .

Esto es suficiente para el cristiano, aquel que ha nacido de nuevo y ama a Dios, de manera que podemos vivir en contentamiento y estando satisfechos en Él, incluso cuando la vida a nuestro alrededor luce difícil.

Cuando confiamos en Dios en medio de la prueba, estamos adorándolo con nuestra fe y damos testimonio al mundo de que descansamos en su amor. Esto muestra a Dios más glorioso e impactante para la gente a nuestro alrededor que simplemente declarar cosas para que se cumplan, como si Él fuese un genio de la botella.

Si todavía abrazas la moda de declarar prosperidad o cualquier cosa para que se cumpla, te invito a abandonarla para confiar más en el Dios soberano que te ama y cuyos planes siempre son mejores que los tuyos.

JOSUÉ BARRIOS

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