Vida Cristiana

La Biblia nos consuela en nuestra insuficiencia

Tal vez alguna vez has luchado con pensamientos que se resumen en esta frase: «No soy suficiente».

A ese pensamiento le pueden seguir ideas como «No tengo lo que se necesita para ser esposa o mamá. Me he equivocado demasiadas veces», «No puedo servir a Dios como debiera o quisiera porque no soy suficiente», «No tengo las fuerzas suficientes para vencer el pecado en mi vida», «No sé cómo orar por este asunto. No tengo suficiente sabiduría». Pudiéramos añadir otras, pero creo que se entiende el punto.

La insuficiencia es un sentimiento con el que lidiamos más a menudo de lo que quizá nos gustaría admitir. Al mismo tiempo, vivimos en un mundo que nos dice: «Tú sí puedes», «Tienes en ti todo lo que necesitas», «Eres un campeón o una campeona»… ¿Dónde está la verdad? Bueno, la versión corta y bíblica es esta: No somos suficientes. ¡Nunca lo seremos! Vivimos en un mundo caído y nunca seremos capaces de cambiar esa condición en nuestras propias fuerzas.

Sí, definitivamente no somos suficientes, pero reconocerlo es algo bueno porque nos lleva a los brazos del único que lo es, Cristo Jesús

 

Sin embargo, cuando Cristo Jesús nos encuentra, cuando nos rescata de nuestro camino sin rumbo, cuando nos trae de la muerte a la vida, por medio de lo que un día hizo en una horrible cruz, ¡todo cambia! Aunque seguimos siendo criaturas débiles y limitadas, recibimos todo lo necesario para nuestra trayectoria de este lado de la eternidad, porque tenemos Su vida en nosotros. Su suficiencia se vuelve nuestra.

Con esto en mente, veamos entonces algunas verdades que la Escritura nos enseña en cuanto a cómo lidiar con nuestra insuficiencia en varios escenarios.

1. Cuando vivir la vida cristiana parece imposible, ¡tenemos a Cristo! 

Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia (2 P 1:3).

En este pasaje el apóstol Pedro, inspirado por el Espíritu Santo, nos dice que Cristo, por Su poder, nos ha dado todo lo necesario para nuestra vida aquí debajo del sol. En lo cotidiano, en las dificultades, en el sufrimiento, en los buenos momentos y en los que sabemos que no somos nada suficientes, Cristo nos ha dado todo lo que necesitamos. No tenemos que ser suficientes en nosotros mismos.

Pedro nos explica que esto es posible «mediante el conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia». Es decir, al conocer a Cristo, al venir a Cristo, al estar en Cristo, se nos da lo necesario para vivir delante de Dios. Si te das cuenta, ¡esto es pura gracia! No es por nada que nosotros hayamos hecho o podamos hacer, sino que se nos ha concedido porque hemos sido llamados por Él. No tenemos que ser suficientes. Cristo lo es.

2. Cuando nos sentimos insuficientes al orar, ¡tenemos al Espíritu Santo! 

De la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles (Ro 8:26). 

¿Cuántas veces nos encontramos en circunstancias que no entendemos, circunstancias por las que ni siquiera sabemos cómo orar? Nos sentimos insuficientes e incluso nos preguntamos si lo que estamos pidiendo será lo mejor. Es para situaciones así que la Escritura nos recuerda y nos da la confianza de que el propio Espíritu de Dios intercede a nuestro favor, clama por nosotros y lo hace de acuerdo con la voluntad de Dios. Por decirlo de alguna manera, ¡el Espíritu está «arreglando» mi oración!

La insuficiencia de mis oraciones es otra oportunidad para que el Señor sea glorificado en todo

 

Eso me consuela y me da paz. Incluso cuando nuestras oraciones estén un tanto torcidas, cuando estamos orando con dudas o incertidumbre sobre nuestros motivos, el Espíritu intercede en nuestra debilidad y a nuestro favor. Él conoce perfectamente nuestros corazones y circunstancias. Además, como conoce la voluntad de Dios (Ro 8:27), orará por lo mejor y la respuesta que recibiremos también será la mejor.

¡Bendito Dios que no nos ha dejado solos, sino que nos dejó a Su Espíritu Santo! La insuficiencia de mis oraciones es otra oportunidad para que el Señor sea glorificado en todo.

3. Cuando sé que no tengo suficiente sabiduría, ¡Dios la provee en Cristo, en Su Palabra y en Su iglesia!

En quien [en Cristo] están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Col 2:3).

Porque el SEÑOR da sabiduría,
De Su boca vienen el conocimiento y la inteligencia (Pr 2:6).

El pecado nos aleja de la fuente de la sabiduría, que es Dios, y sin Cristo no tendríamos acceso a ella. Poder vivir con sabiduría en este mundo caído solo es posible cuando conocemos a Cristo, cuando vivimos arraigados en Él. De lo contrario, podemos ser muy inteligentes, quizá alcanzar muchos logros que el mundo elogie y admire, pero eso no quiere decir que caminemos en la sabiduría de Dios.

Así que nuestra búsqueda de sabiduría tiene que estar ligada a Cristo porque en Él está la sabiduría. ¡Gloria a Dios que lo ha hecho posible!

Por otra parte, la sabiduría que anhelamos está en las páginas de nuestra Biblia:

La ley del SEÑOR es perfecta, que restaura el alma;
El testimonio del SEÑOR es seguro, que hace sabio al sencillo (Sal 19:7).

Tenemos que buscar lo que Dios ya nos ha dicho en la Escritura. Tengamos cuidado de no formar nuestra teología, es decir, nuestro conocimiento sobre Dios, solo con base en lo que dicen los motores de búsqueda de Internet, otros libros, un podcast, etc. Si así es, corremos el riesgo de creer algo que no es realmente bíblico. Terminaremos con una «sabiduría» no bíblica que nos llevará por el camino de los necios, como leemos en Proverbios. Y es en este libro donde recibimos otra exhortación:

El camino del necio es recto a sus propios ojos,
Pero el que escucha consejos es sabio (Pr 12:15).

La vida cristiana no es para llaneros solitarios. Necesitamos la comunidad que tenemos con nuestros hermanos y hermanas en la fe. Cuando creemos que no necesitamos del consejo de otros, estamos cayendo en la trampa de la autosuficiencia que comenzó en el Edén.

Necesitamos de la iglesia. Necesitamos las relaciones interpersonales que se fomentan en la vida de la iglesia local. Necesitamos la sabiduría de otros creyentes que comparten la vida con nosotros e incluso nos exhortan con la verdad, pues una instrucción bíblica para todos los creyentes es: «Exhórtense los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: “Hoy”; no sea que alguno de ustedes sea endurecido por el engaño del pecado» (He 3:13).

La sabiduría de aquellos que han caminado mucho más tiempo en la fe es una bendición y un regalo, especialmente para esos momentos en los que no sabemos cómo actuar sabiamente.

4. Cuando me siento insuficiente para servir en la causa del reino de Dios, ¡Su gracia es suficiente!

Y Él me ha dicho: «Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad». Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí (2 Co 12:9).

Estas son palabras de Pablo, el apóstol, misionero, evangelista y autor de la mayor parte del Nuevo Testamento. Un maestro de la ley, teólogo por excelencia. Siervo de Jesucristo. Alguien que también luchaba con la insuficiencia y la debilidad, pero quien entendió que nuestras debilidades son una oportunidad hermosa para depender de la gracia de Dios.

Servir en la causa del reino de Dios, en cualquier encargo que sea, no se trata de nosotros. Se trata de Él y de Su gloria. Nuestra insuficiencia es una manera también de que otros puedan reconocer que si algo hemos hecho es porque Cristo lo hizo posible en nosotros. Él usa vasijas rotas y frágiles. ¡Él se lleva todo lauro!

Nuestro servicio debe perseguir solo una meta: que Dios sea glorificado en todo

 

En una de sus cartas, el apóstol Pedro escribió: «El que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo» (1 P 4:11b). Dicho con otras palabras: No dependan de ustedes mismos al servir, no descansen en sus propias fuerzas; háganlo en la fuerza que nuestro Dios nos da. Cuando servimos a Dios en nuestra fortaleza, contando solo con nuestra propia sabiduría o capacidades, estamos tomando un camino peligroso donde lo que nos mueve es el orgullo, el creer que somos suficientes.

Nuestro servicio debe perseguir solo una meta: que Dios sea glorificado en todo. El Señor nos da dones para servir a la iglesia, para llevar adelante Su misión y para Su gloria.

Sí, definitivamente no somos suficientes, pero reconocerlo es algo bueno porque nos lleva a los brazos del único que lo es, Cristo Jesús. Ahí podemos descansar seguros.


Wendy Bello es de origen cubano, pero radica en los Estados Unidos. Es una activa conferencista y maestra de la Biblia; autora de varios libros, entre ellos, Más allá de mi lista de oraciónDignoUn corazón nuevo y Una mujer sabia. Colabora en el ministerio de mujeres de su iglesia local y también con otros ministerios como Lifeway Mujeres, Coalición por el Evangelio y Aviva Nuestros Corazones. Wendy está casada con Abel y tienen dos hijos. Ella cuenta con una Maestría en Estudios Teológicos de Southern Baptist Theological Seminary. Puedes encontrarla en wendybello.com o en las redes como @wendybelloblog.

Acerca del Autor

0.00 avg. rating (0% score) - 0 votes
Mostrar Más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Verifique también
Close
Back to top button