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Lectura de Hoy

26-07-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Hechos 13

Hoy quiero señalar varios aspectos que surgen de elementos opuestos de Hechos 13

(1) El liderazgo de la iglesia en Antioquía debió ser extraordinariamente diverso (13:1). El verdadero nombre de Bernabé era José. Era un levita de Chipre (4:36-37). En una época en la que la iglesia en Jerusalén crecía tan rápidamente que seguramente los apóstoles no serían capaces de recordar los nombres de todo el mundo, este José destacó por su increíble don de animar; como resultado, fue recompensado con un apodo que reflejara su carácter: Bernabé – Hijo de consolación. También estaba Simeón “el que se llamaba Níger” – una expresión que probablemente significa “Simeón el Negro.” En el mundo antiguo, contrario a la experiencia británica o estadounidense, la esclavitud estaba vinculada con el sistema económico (alguien que se fuera a la quiebra podría venderse a sí mismo como esclavo—ver meditación del 11 de marzo) y con la fuerza militar; no estaba restringida a una raza en particular. (O sea, podría haber esclavos africanos, europeos, judíos o de alguna otra raza.) No era en absoluto anormal tener como líder a “Simeón el Negro”. De Lucio de Cirene no sabemos casi nada. Por lo visto, al igual que Bernabé, era de una isla del Mediterráneo y su nombre demuestra que pertenecía al mundo helenístico. Manaén tenía suficientes conexiones con la nobleza menor como para haberse criado con Herodes el tetrarca. Y tenían también a Saulo mismo, quien ya para aquel entonces era un evangelista veterano, fundador de iglesias y maestro de la Biblia, con quince años de experiencia y muchas cicatrices para demostrarlo. Tras su llamado, él fue moviéndose cada vez más en círculos gentiles y usó el nombre conectado con su ciudadanía romana: Pablo (13:9). (Los ciudadanos romanos tenían tres nombres. Desconocemos los otros dos —porque Pablo en realidad era el apellido; Saulo era un nombre adicional conservado por su trasfondo judío.) Él tampoco era originario de la ciudad—nació en Tarso. ¡Qué diversidad tan gloriosa y cosmopolita en esta iglesia de Antioquía! 

(2) Tras el relato detallado del sermón de Pablo en Antioquía de Pisidia, se nos dice que muchos gentiles “al oír esto, se alegraron y celebraron la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban destinados a la vida eterna” (13:48). Un ejercicio excelente es buscar todas las maneras en que el libro de los Hechos, o incluso todo el Nuevo Testamento, se refiere a la conversión y a los conversos, y luego usar todas estas expresiones en nuestro propio discurso, pues nuestra manera de hablar de estos temas tanto refleja como moldea nuestra forma de pensar al respecto. No hay pasaje bíblico que hable de “aceptar a Jesús como tu Salvador personal” (aunque la noción, en sí misma, no es totalmente incorrecta). Entonces, ¿por qué tantas personas adoptan esta frase y nunca hablan según los términos del versículo 48?  

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Jeremías 22
Los lectores concienzudos de Jeremías saben que los diversos oráculos no se dan en orden cronológico. En algunas ocasiones, la secuencia de los mismos es desconcertante; en otras, es claramente temática. En Jeremías 22, encontramos una serie de afirmaciones relativas a los últimos reyes de Judá, pero la lista no está ordenada cronológicamente. Lo importante de estas declaraciones es quizás que ofrecen el contrapunto para la perspectiva de un rey mucho más fructífero, presentado en el siguiente capítulo.

(1) Los nueve primeros versículos continúan con la advertencia a Sedequías y con la petición de que vuelva a las estipulaciones del pacto a fin de evitar el desastre inminente.

(2) Jeremías 22:10-12 se ocupa de Salún, conocido también como Joacaz. Era uno de los hijos del último rey reformador, Josías, que murió en Meguido en 609 a.C. Reinó sólo tres meses antes de que el faraón Necao lo depusiese (durante los últimos años, cuando Judá seguía siendo Estado vasallo de Egipto, antes de que Babilonia asumiese el papel de superpotencia de la región en 605 (cp. los comentarios de ayer). Deportado a Egipto, Salún nunca volvió a Israel. Fue el primer rey davídico que murió en el exilio.

(3) El hermano mayor de Salún, Joacim, sucedió a este en el trono (22:13-23). Se vio obligado a pagar duros impuestos a Egipto, pero impuso cargas adicionales para su propia glorificación. Era opresor, codicioso, avaro y necio (cp. 2 Reyes 23:35). Lo peor de todo es que cambió todas las políticas reformadoras de su padre Josías, aprobando los rituales paganos, incluso los del poder dominante, Egipto. Su explotación de los obreros desafiaba el pacto mosaico (Levítico 19:13Deuteronomio 24:14). La denuncia de Jeremías es mordaz: “¿Acaso eres rey sólo por acaparar mucho cedro? Tu padre no sólo comía y bebía, sino que practicaba el derecho y la justicia, y por eso le fue bien” (22:15). La consecuencia de las desastrosas y malvadas políticas de Joacim fue la destrucción de la nación. En cuanto a él, moriría de forma ignominiosa y echarían su cadáver a la basura (22:19). Dios le dice:

 “Yo te hablé cuando te iba bien, pero tú dijiste: ‘¡No escucharé!’. Así te has comportado desde tu juventud: ¡Nunca me has obedecido!” (22:21).

(4) Su hijo Jeconías (también llamado Joaquín, o Conías [37:1]) subió al trono en diciembre de 598, al morir Joacim. En esa época, Jerusalén ya estaba sitiada. Jeconías era un muchacho de dieciocho años. Reinó durante tres meses. Después, Jerusalén cayó y lo deportaron a Babilonia, donde vivió el resto de su vida, en la cárcel hasta 561, y posteriormente en la corte babilónica. Ninguno de sus hijos ni de sus nietos se sentaría en el trono de David (22:30). “¡Tierra, tierra, tierra! ¡Escucha la palabra del Señor!” (22:29).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Jueces 9
Conspiración de Abimelec
9 Abimelec, hijo de Jerobaal, fue a Siquem, a los parientes de su madre, y les dijo a ellos y a toda la familia de la casa del padre de su madre: «Hablen ahora a oídos de todos los habitantes de Siquem: “¿Qué es mejor para ustedes, que todos los hijos de Jerobaal, setenta hombres, reinen sobre ustedes, o que reine sobre ustedes un solo hombre?”. Además, acuérdense que yo soy hueso y carne de ustedes».
Y los parientes de su madre hablaron todas estas palabras por él a oídos de todos los habitantes de Siquem. Y ellos se inclinaron a seguir a Abimelec, porque dijeron: «Es pariente nuestro». 

Le dieron setenta piezas de plata de la casa de Baal Berit, con las cuales Abimelec tomó a sueldo hombres indignos y temerarios que lo siguieron. Luego fue a la casa de su padre en Ofra y sobre una piedra mató a sus hermanos, los hijos de Jerobaal, setenta hombres. Pero Jotam, el hijo menor de Jerobaal, se libró porque se escondió. Y se reunieron todos los habitantes de Siquem y todo Bet Milo, y fueron e hicieron rey a Abimelec, junto a la encina del pilar que había en Siquem.
Cuando se lo informaron a Jotam, fue y se paró en la cumbre del monte Gerizim, y alzando su voz, clamó y les dijo: «Escúchenme, habitantes de Siquem, para que los oiga Dios. 

Una vez los árboles fueron a ungir un rey sobre ellos, y dijeron al olivo: “Reina sobre nosotros”.
»Pero el olivo les respondió: “¿He de dejar mi aceite con el cual se honra a Dios y a los hombres, para ir a ondear sobre los árboles?”.
10 »Entonces los árboles dijeron a la higuera: “Ven, reina sobre nosotros”.
11 »Pero la higuera les respondió: “¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ondear sobre los árboles?”.

12 »Después los árboles dijeron a la vid: “Ven tú, reina sobre nosotros”.
13 »Pero la vid les respondió: “¿He de dejar mi vino nuevo, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ondear sobre los árboles?”.
14 »Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: “Ven tú, reina sobre nosotros”.
15 »Y la zarza dijo a los árboles: “Si en verdad me ungen por rey sobre ustedes, vengan y refúgiense a mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y consuma los cedros del Líbano”.

16 »Ahora pues, si ustedes han procedido con verdad e integridad al hacer rey a Abimelec, y si han procedido bien con Jerobaal y su casa, y si han procedido con él como él merecía 17 (pues mi padre peleó por ustedes, y arriesgó su vida y los libró de la mano de Madián, 18 pero ustedes se han rebelado hoy contra la casa de mi padre y han matado a sus hijos, setenta hombres, sobre una piedra, y han hecho rey sobre los habitantes de Siquem a Abimelec, el hijo de su sierva, porque es pariente de ustedes), 19 si han, pues, procedido hoy en verdad e integridad para con Jerobaal y su casa, regocíjense en Abimelec, y que él también se regocije en ustedes. 20 Y si no, salga fuego de Abimelec y consuma a los habitantes de Siquem y de Bet Milo. Y salga fuego de los habitantes de Siquem y de Bet Milo y consuma a Abimelec». 21 Entonces Jotam escapó y huyó, y se fue a Beer y permaneció allí a causa de su hermano Abimelec.

Reinado de Abimelec

22 Abimelec reinó tres años sobre Israel. 23 Pero Dios envió un espíritu de discordia entre Abimelec y los habitantes de Siquem; y los habitantes de Siquem procedieron pérfidamente con Abimelec, 24 para que viniera la violencia hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y recayera la sangre de ellos sobre su hermano Abimelec que los mató, y sobre los habitantes de Siquem que fortalecieron las manos de él para matar a sus hermanos. 25 Los habitantes de Siquem pusieron emboscadas contra él en las cumbres de los montes y robaban a todos los que pasaban cerca de ellos por el camino; y se lo hicieron saber a Abimelec.

26 Gaal, hijo de Ebed, vino con sus parientes, y pasaron a Siquem; y los habitantes de Siquem pusieron su confianza en él. 27 Y salieron al campo y vendimiaron sus viñedos, pisaron las uvas e hicieron fiesta. Y entrando a la casa de su dios, comieron y bebieron y maldijeron a Abimelec. 28 Entonces Gaal, hijo de Ebed, dijo: «¿Quién es Abimelec y quién es Siquem para que le sirvamos? ¿No es acaso hijo de Jerobaal, y no es Zebul su oficial? Sirvan a los hombres de Hamor, padre de Siquem; pero ¿por qué hemos de servirle a él? 29 ¡Quién pusiera este pueblo en mis manos! Entonces yo quitaría a Abimelec». Diría a Abimelec: «Aumenta tu ejército, y sal».

30 Cuando Zebul, gobernante de la ciudad, oyó las palabras de Gaal, hijo de Ebed, se encendió en ira. 31 Y envió secretamente mensajeros a Abimelec, diciendo: «Gaal, hijo de Ebed, y sus parientes han venido a Siquem, y están alborotando a la ciudad contra ti. 32 Ahora pues, levántate de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon emboscada en el campo. 33 Y en la mañana, en cuanto salga el sol, te levantarás temprano y atacarás la ciudad. Entonces, cuando Gaal y el pueblo que está con él salga contra ti, harás con ellos lo que te venga a mano».

34 Abimelec y todo el pueblo que estaba con él, se levantaron de noche y pusieron emboscada contra Siquem con cuatro compañías. 35 Gaal, hijo de Ebed, salió y se paró a la entrada de la puerta de la ciudad. Y Abimelec y el pueblo que estaba con él salieron de la emboscada. 36 Al ver Gaal a la gente, dijo a Zebul: «Mira, viene gente bajando de las cumbres de los montes». «Estás viendo la sombra de los montes como si fueran hombres», le dijo Zebul.

37 Pero Gaal volvió a hablar y dijo: «Veo gente que baja de la parte más alta de la tierra, y una compañía viene por el camino de la encina de los adivinos». 38 Entonces Zebul le dijo: «¿Dónde está ahora tu jactancia con la cual decías: “¿Quién es Abimelec para que le sirvamos?”? ¿No es este el pueblo que despreciabas? Ahora pues, sal y pelea contra él».
39 Y salió Gaal delante de los habitantes de Siquem y peleó contra Abimelec. 40 Abimelec lo persiguió pero Gaal huyó delante de él. Y muchos cayeron heridos hasta la entrada de la puerta. 41 Y Abimelec se quedó en Aruma, pero Zebul expulsó a Gaal y a sus parientes para que no se quedaran en Siquem.
Captura de Siquem

42 Al día siguiente el pueblo salió al campo, y se lo hicieron saber a Abimelec. 43 Y él tomó a su gente, la dividió en tres compañías y puso emboscadas en el campo. Cuando miró y vio al pueblo salir de la ciudad, se levantó contra ellos y los mató. 44 Entonces Abimelec y la compañía que estaba con él se lanzaron con ímpetu y se situaron a la entrada de la puerta de la ciudad, y las otras dos compañías se lanzaron contra todos los que estaban en el campo y los mataron. 45 Y peleó Abimelec contra la ciudad todo aquel día, capturó la ciudad y mató a la gente que había en ella. Entonces arrasó la ciudad y la sembró de sal.

46 Al oír esto todos los habitantes de la torre de Siquem, se metieron en la fortaleza del templo de El Berit. 47 Y le informaron a Abimelec que todos los habitantes de la torre de Siquem estaban reunidos.
48 Abimelec subió entonces al monte Salmón, él y toda la gente que estaba con él; y tomando Abimelec un hacha en su mano, cortó una rama de los árboles, la levantó y la puso sobre su hombro. Y dijo a la gente que estaba con él: «Lo que me han visto hacer, apresúrense y hagan lo mismo». 49 Y todo el pueblo cortó también cada uno su rama y siguió a Abimelec, y las pusieron sobre la fortaleza; prendieron fuego a la fortaleza sobre los que estaban adentro, y murieron también todos los de la torre de Siquem, como 1,000 hombres y mujeres.

Muerte de Abimelec

50 Después Abimelec fue a Tebes, la sitió y la tomó. 51 Pero había una torre fortificada en el centro de la ciudad, y todos los hombres y mujeres, todos los habitantes de la ciudad, huyeron allí, se encerraron y subieron al techo de la torre. 52 Abimelec vino a la torre, la atacó y se acercó a la entrada de la torre para prenderle fuego. 53 Pero una mujer arrojó una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec rompiéndole el cráneo.

54 Entonces él llamó apresuradamente al muchacho que era su escudero, y le dijo: «Saca tu espada y mátame, no sea que se diga de mí: “Una mujer lo mató”». Y el muchacho lo traspasó, y murió. 55 Cuando los hombres de Israel vieron que Abimelec había muerto, cada cual se fue para su casa. 56 Así pagó Dios a Abimelec por la maldad que había hecho a su padre al matar a sus setenta hermanos. 57 Dios también hizo volver sobre sus cabezas toda la maldad de los hombres de Siquem, y vino sobre ellos la maldición de Jotam, hijo de Jerobaal.

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Hechos 13
LIBRO QUINTO
Principio del primer viaje misionero de Saulo y Bernabé
13 En la iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Niger, Lucio de Cirene, Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca, y Saulo. 2 Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: «Aparten a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado». 3 Entonces, después de ayunar, orar y haber impuesto las manos sobre ellos, los enviaron.

Pablo y Bernabé en Chipre

4 Ellos, pues, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia y de allí se embarcaron para Chipre. 5 Al llegar a Salamina, proclamaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos; y tenían también a Juan de ayudante.

6 Después de haber recorrido toda la isla hasta Pafos, encontraron a cierto mago, un falso profeta judío llamado Barjesús, 7 que estaba con el procónsul Sergio Paulo, hombre inteligente. Este hizo venir a Bernabé y a Saulo, y deseaba oír la palabra de Dios. 8 Pero Elimas, el mago, pues así se traduce su nombre, se les oponía, tratando de desviar de la fe al procónsul.

9 Entonces Saulo, llamado también Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando la mirada en él, dijo: 10 «Tú, hijo del diablo, que estás lleno de todo engaño y fraude, enemigo de toda justicia, ¿no cesarás de torcer los caminos rectos del Señor? 11 Ahora, la mano del Señor está sobre ti; te quedarás ciego y no verás el sol por algún tiempo». Al instante niebla y oscuridad cayeron sobre él, e iba buscando quien lo guiara de la mano. 12 Entonces el procónsul, cuando vio lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.

Pablo y Bernabé en Antioquía de Pisidia

13 Pablo y sus compañeros navegaron desde Pafos y llegaron a Perge de Panfilia; pero Juan se apartó de ellos y regresó a Jerusalén; 14 ellos, saliendo de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y en el día de reposo entraron a la sinagoga y se sentaron. 15 Después de la lectura de la ley y los profetas, los oficiales de la sinagoga les mandaron a decir: «Hermanos, si tienen alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablen».

Discurso de Pablo en Antioquía de Pisidia

16 Pablo se levantó, y haciendo señal con la mano, dijo:«Hombres de Israel, y los que temen a Dios, escuchen: 17 El Dios de este pueblo de Israel, escogió a nuestros padres y engrandeció al pueblo durante su estancia en la tierra de Egipto, y con brazo fuerte los sacó de ella. 18 Por un período como de cuarenta años los soportó en el desierto. 19 Después de destruir siete naciones en la tierra de Canaán, repartió sus tierras en herencia; todo esto duró como 450 años. 20 Después de esto, Dios les dio jueces hasta el profeta Samuel. 21 Entonces ellos pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, durante cuarenta años.

22 »Cuando lo quitó, les levantó por rey a David, del cual Dios también testificó y dijo: “He hallado a David, hijo de Isaí, un hombre conforme a Mi corazón, que hará toda Mi voluntad”. 23 De la descendencia de este, conforme a la promesa, Dios ha dado a Israel un Salvador, Jesús, 24 después de que Juan predicó, antes de Su venida, un bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. 25 Cuando Juan estaba a punto de terminar su carrera, decía: “¿Quién piensan ustedes que soy yo? Yo no soy el Cristo; pero miren, viene tras mí uno de quien yo no soy digno de desatar las sandalias de sus pies”.

26 »Hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre ustedes temen a Dios, a nosotros nos es enviada la palabra de esta salvación. 27 Pues los que habitan en Jerusalén y sus gobernantes, sin reconocer a Jesús ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, cumplieron estas escrituras, cuando lo condenaron.

28 »Aunque no hallaron causa para dar muerte a Jesús, pidieron a Pilato que lo mandara a matar. 29 Cuando habían cumplido todo lo que estaba escrito acerca de Él, lo bajaron de la cruz y lo pusieron en un sepulcro. 30 Pero Dios lo levantó de entre los muertos; 31 y por muchos días se apareció a los que habían subido con Él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son Sus testigos ante el pueblo.

32 »Nosotros les anunciamos las buenas nuevas de que la promesa hecha a los padres, 33 Dios la ha cumplido a nuestros hijos al resucitar a Jesús, como también está escrito en el Salmo segundo: “Hijo Mío eres Tú; Yo te he engendrado hoy”.

34 »Y en cuanto a que lo resucitó de entre los muertos para nunca más volver a corrupción, Dios ha hablado de esta manera: “Les daré las misericordias santas y fieles prometidas a David”. 35 Por tanto dice también en otro salmo: “No permitirás que Tu Santo vea corrupción”.

36 »Porque David, después de haber servido el propósito de Dios en su propia generación, durmió, y fue sepultado con sus padres, y vio corrupción. 37 Pero Aquel a quien Dios resucitó no vio corrupción.

38 »Por tanto, hermanos, sepan que por medio de Él les es anunciado el perdón de los pecados; 39 y que de todas las cosas de que no pudieron ser justificados por la ley de Moisés, por medio de Él, todo aquel que cree es justificado. 40 Tengan, pues, cuidado de que no venga sobre ustedes aquello de que se habla en los profetas:

41 “Miren, burladores, maravíllense y perezcan;
Porque Yo hago una obra en sus días,
Una obra que ustedes nunca creerían aunque alguien se la describiera”».

Pablo se dirige a los gentiles

42 Al salir Pablo y Bernabé, la gente les rogaba que el siguiente día de reposo les hablaran de estas cosas. 43 Terminada la reunión de la sinagoga, muchos de los judíos y de los prosélitos temerosos de Dios siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes, hablándoles, les instaban a perseverar en la gracia de Dios.

44 El siguiente día de reposo casi toda la ciudad se reunió para oír la palabra del Señor. 45 Pero cuando los judíos vieron la muchedumbre, se llenaron de celo, y blasfemando, contradecían lo que Pablo decía.

46 Entonces Pablo y Bernabé hablaron con valor y dijeron: «Era necesario que la palabra de Dios les fuera predicada primeramente a ustedes; pero ya que la rechazan y no se juzgan dignos de la vida eterna, así que ahora nos volvemos a los gentiles. 

47 Porque así nos lo ha mandado el Señor:

“Te he puesto como luz para los gentiles,
A fin de que lleves la salvación hasta los confines de la tierra”».

48 Oyendo esto los gentiles, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor; y creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna. 49 Y la palabra del Señor se difundía por toda la región.

50 Pero los judíos instigaron a las mujeres piadosas y distinguidas, y a los hombres más prominentes de la ciudad, y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de su región. 51 Entonces estos sacudieron el polvo de sus pies contra ellos y se fueron a Iconio. 52 Y los discípulos estaban continuamente llenos de gozo y del Espíritu Santo.

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Jeremías 22
Profecías contra los reyes de Judá

22 Así dice el Señor: «Desciende a la casa del rey de Judá y habla allí esta palabra: 2 “Escucha la palabra del Señor, oh rey de Judá, que te sientas sobre el trono de David, tú, tus siervos y tu pueblo que entran por estas puertas. 3 Así dice el Señor: ‘Practiquen el derecho y la justicia, y liberen al despojado de manos de su opresor. Tampoco maltraten ni hagan violencia al extranjero, al huérfano o a la viuda, ni derramen sangre inocente en este lugar. 4 Porque si en verdad observan este mandato, entonces entrarán reyes por las puertas de esta casa, y se sentarán en el lugar de David, en su trono. Entrarán montados en carros y caballos, el rey, sus siervos y su pueblo. 5 Pero si no obedecen estas palabras, juro por mí mismo’, declara el Señor, ‘que esta casa vendrá a ser una desolación’”». 6 Porque así dice el Señor acerca de la casa del rey de Judá:

«Eres como Galaad para Mí,
Como la cumbre del Líbano;
Pero ciertamente te convertiré en un desierto,
Como ciudades deshabitadas.
7 Designaré contra ti destructores,
Cada uno con sus armas,
Y cortarán tus cedros más selectos
Y los echarán al fuego.

8 Pasarán muchas naciones junto a esta ciudad, y cada cual dirá a su prójimo: “¿Por qué ha hecho así el Señor a esta gran ciudad?”. 9 Entonces responderán: “Porque abandonaron el pacto del Señor su Dios, y se postraron ante otros dioses y les sirvieron”».10 No lloren por el muerto ni hagan duelo por él,
Lloren amargamente por el que se va cautivo,
Porque jamás volverá
Ni verá su tierra natal.

11 Porque así dice el Señor acerca de Salum, hijo de Josías, rey de Judá, que reinó en lugar de su padre Josías, y que salió de este lugar: «Nunca más volverá aquí; 12 sino que en el lugar adonde lo llevaron cautivo, allí morirá, y no verá más esta tierra.

13 »Ay del que edifica su casa sin justicia
Y sus aposentos altos sin derecho,
Que a su prójimo hace trabajar de balde
Y no le da su salario.
14 El que dice: “Me edificaré una casa espaciosa
Con amplios aposentos altos”;
Y le abre ventanas,
La recubre de cedro y la pinta de rojo.

15 ¿Acaso te harás rey porque compites en cedro?
¿No comió y bebió tu padre
Y practicó el derecho y la justicia?
Por eso le fue bien.
16 Defendió la causa del pobre y del necesitado;
Entonces le fue bien.
¿No es esto conocerme?»,
Declara el Señor.
17 «Pero tus ojos y tu corazón
Solo están para tu propia ganancia,
Para derramar sangre inocente,
Y para practicar la opresión y la violencia».

18 Por tanto, así dice el Señor acerca de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá:«No llorarán por él:
“¡Ay, hermano mío!” o “¡Ay, hermana!”.
No llorarán por él:
“¡Ay, señor!” o “¡Ay, su gloria!”.
19 Será enterrado con entierro de asno:
Será arrastrado y tirado fuera de las puertas de Jerusalén.
20 Sube al Líbano y clama,
Y da voces en Basán;
Clama también desde Abarim,
Porque han sido destruidos todos tus amantes.
21 Te hablé en tu prosperidad,
Pero dijiste: “No escucharé”.
Esta ha sido tu costumbre desde tu juventud,
Que nunca has escuchado mi voz.

22 A todos tus pastores arrasará el viento,
Y tus amantes irán al cautiverio;
Entonces ciertamente serás avergonzada y humillada
A causa de toda tu maldad.
23 Tú que moras en el Líbano,
Anidada en los cedros,
¡Cómo gemirás cuando te vengan los dolores,
Dolores como de mujer de parto!

24 »Vivo Yo», declara el Señor, «aunque Conías, hijo de Joacim, rey de Judá, fuera un anillo en Mi mano derecha, aun de allí lo arrancaría. 25 Te entregaré en manos de los que buscan tu vida, sí, en manos de los que temes: en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de los caldeos. 26 Te arrojaré a ti y a la madre que te dio a luz a otro país donde no nacieron, y allí morirán. 27 Pero a la tierra a la cual con toda el alma anhelan volver, a ella no volverán.

28 ¿Es acaso este hombre Conías una vasija despreciada y rota?
¿Es un objeto indeseable?
¿Por qué han sido arrojados él y sus descendientes
Y echados a una tierra que no conocían?
29 ¡Oh tierra, tierra, tierra!,
Oye la palabra del Señor.
30 Así dice el Señor:
“Inscriban a este hombre como sin hijos,
Hombre que no prosperará en sus días;
Porque ninguno de sus descendientes logrará
Sentarse sobre el trono de David
Ni gobernar de nuevo en Judá”»

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Marcos 8
Alimentación de los cuatro mil
8 En aquellos días, cuando había de nuevo una gran multitud que no tenía qué comer, Jesús llamó a Sus discípulos y les dijo*: «Tengo compasión de la multitud porque ya hace tres días que están junto a Mí y no tienen qué comer; y si los despido sin comer a sus casas, desfallecerán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos».

Sus discípulos le respondieron: «¿Dónde podrá alguien encontrar lo suficiente para saciar de pan a estos aquí en el desierto?». «¿Cuántos panes tienen?», les preguntó Jesús. Ellos respondieron: «Siete».
Entonces mandó* a la multitud que se recostara en el suelo; y tomando los siete panes, después de dar gracias, los partió y los iba dando a Sus discípulos para que los pusieran delante de la gente; y ellos los sirvieron a la multitud. También tenían unos pocos pececillos; y después de bendecirlos, mandó que estos también los sirvieran.

Todos comieron y se saciaron; y recogieron de lo que sobró de los pedazos, siete canastas. Los que comieron eran unos 4,000. Jesús los despidió, 10 y subiendo enseguida a la barca con Sus discípulos, se fue a la región de Dalmanuta.

Los fariseos buscan señal

11 Entonces salieron los fariseos y comenzaron a discutir con Él, buscando de Él una señal del cielo para poner a prueba a Jesús. 

12 Suspirando profundamente en Su espíritu, dijo*: «¿Por qué pide señal esta generación? En verdad les digo que no se le dará señal a esta generación». 13 Y dejándolos, se embarcó otra vez y se fue al otro lado del lago.

La levadura de los fariseos

14 Los discípulos se habían olvidado de tomar panes, y no tenían consigo en la barca sino solo un pan. 15 Jesús les encargaba diciendo: «¡Tengan cuidado! Cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes». 16 Y ellos discutían entre sí que no tenían panes.
17 Dándose cuenta Jesús, les dijo*: «¿Por qué discuten que no tienen panes? ¿Aún no comprenden ni entienden? ¿Tienen el corazón endurecido? 

18 Teniendo ojos, ¿no ven? Y teniendo oídos, ¿no oyen? ¿No recuerdan 19 cuando partí los cinco panes entre los cinco mil? ¿Cuántas cestas llenas de pedazos recogieron?». «Doce», le respondieron*.
20 «Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogieron?». «Siete», le dijeron*. 21 Entonces les dijo: «¿Aún no entienden?».

El ciego de Betsaida

22 Llegaron* a Betsaida, y trajeron* a Jesús un ciego y le rogaron* que lo tocara. 23 Tomando al ciego de la mano, lo sacó fuera de la aldea; y después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: «¿Ves algo?».
24 Y levantando la vista, dijo: «Veo a los hombres, pero los veo como árboles que caminan». 25 Entonces Jesús puso otra vez las manos sobre sus ojos, y él miró fijamente y fue restaurado; y veía todo con claridad. 26 Y lo envió a su casa diciendo: «Ni aun en la aldea entres».

La confesión de Pedro

27 Jesús salió con Sus discípulos a las aldeas de Cesarea de Filipo; y en el camino preguntó a Sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy Yo?». 28 Le respondieron: «Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, uno de los profetas». 29 Él les preguntó de nuevo: «Pero ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?». «Tú eres el Cristo», le respondió* Pedro. 30 Y Jesús les advirtió severamente que no hablaran de Él a nadie.

Jesús anuncia Su muerte y resurrección

31 Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer muchas cosas, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y después de tres días resucitar. 32 Y les decía estas palabras claramente. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprender a Jesús. 33 Pero Él volviéndose y mirando a Sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo*: «¡Quítate de delante de Mí, Satanás!, porque no tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres».

Condiciones para seguir a Jesús

34 Llamando Jesús a la multitud y a Sus discípulos, les dijo: «Si alguien quiere venir conmigo, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. 35 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de Mí y del evangelio, la salvará. 36 O, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? 37 O, ¿qué dará un hombre a cambio de su alma? 

38 Porque cualquiera que se avergüence de Mí y de Mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de Su Padre con los santos ángeles».

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