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24-08-2024

DEVOCIONAL

Devocional: 1 Samuel 16

Es interesante el episodio en el que se unge a David como rey de Israel a pesar de que su ascenso al trono tardaría muchos años más en llegar (1 Samuel 16:1-13).

(1) A veces, a los profetas y predicadores les cuesta más despedir a un mal líder que el Dios Todopoderoso (16:1). No es porque somos más compasivos que Dios, sino porque la inercia, la nostalgia o los lazos personales de afecto nos impiden percibir el terrible daño que el líder está haciendo. Aun con toda su compasión, Dios nunca se deja cegar.

(2) Saúl subió al trono mediante una decisión de Dios. ¿Sería tan tonto como para pensar que podía engañar a Dios para mantenerse en el trono? Es muy triste ver que Samuel tenía miedo de ungir al próximo rey porque Saúl mataría a cualquiera- aunque fuera profeta de Dios- que amenazara una dinastía que Dios mismo había declarado que nunca se establecería.

(3) Saúl se las prometía muy felices al principio, cuando subió al trono. Ahora Samuel cree que puede detectar un linaje monárquico en los hijos de Isaí: Eliab el primogénito, por ejemplo. Pero Dios dice: “No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.” (16:7).
Esta es una lección que debemos volver a aprender, sobre todo en nuestra época en la que se valora más la imagen que la realidad. Incluso algunos predicadores piensan más en cómo vestirse para triunfar y en cómo desarrollar una voz convincente y llena de autoridad, que en mantener un corazón puro.

(4) El factor más importante en la vida y servicio de David es que el Espíritu del Señor vino sobre él “con poder” (16:13). Esta es la experiencia normal de esos profetas, sacerdotes, reyes y algunos otros líderes a quienes se les otorgó un papel especial bajo los términos del antiguo pacto. Si bien es difícil discernir estos asuntos, debemos repetir a menudo, y en voz muy alta, que lo que la iglesia necesita es líderes con unción, una palabra que les gusta a los puritanos. Sencillamente significa ser ungidos por el Espíritu. ¿Será esto mucho pedir en una época en la que, bajo los términos del nuevo pacto, todo el pueblo de Dios recibe el Espíritu derramado en Pentecostés?

(5) Los que conocen bien sus Biblias no pueden evitar sentir una fuerte emoción ante las palabras
sencillas del versículo 12. Ahí, el Señor le dice a Samuel, refiriéndose a David: “Levántate y úngelo, porque este es”. En efecto, era David. Aquí están los inicios discretos de un enorme paso adelante en la historia de la redención, la cual llega directamente al descendiente más eminente de David: su Señor.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Lamentaciones 1
Antes de comentar Lamentaciones 1, haremos algunas observaciones acerca del libro como un todo.

(1) En hebreo, la primera palabra del libro significa “Ay, cuán [desolada se encuentra la ciudad]” y es el título en la Biblia hebrea. Más adelante, los escritores hebreos se referían al libro utilizando esta palabra u otra que significa “lamentaciones”.

(2) Las primeras traducciones griegas y latinas de este pequeño libro lo atribuyen al profeta Jeremías. Es muy posible que así sea, pero, estrictamente hablando, la obra es anónima.

(3) Lamentaciones se compone de cinco poemas, cinco endechas, cada uno de los cuales ocupa un capítulo. Los primeros cuatro son acrósticos: es decir, las veintidós consonantes del alfabeto hebreo introducen respectivamente cada una de las veintidós estrofas de cada poema (aunque existen pequeñas irregularidades en los capítulos 2, 3 y 4). En los tres primeros poemas, cada estrofa consta normalmente de tres líneas con cierto tipo de paralelismo (excepto 1:7 y 2:19, que tienen cuatro líneas). En el tercer poema, cada línea de cada estrofa comienza con la misma consonante hebrea que introduce esa endecha. El cuarto poema sólo tiene dos líneas por estrofa. El quinto, aunque sigue siendo poético, no es un acróstico. Se compone de veintidós líneas que se asemejan a algunos salmos de lamento colectivo (p. ej., Salmos 44, 80).

(4) No existe una línea de pensamiento definida dentro de cada capítulo o del libro en conjunto. Ciertos temas siguen apareciendo, por supuesto, pero en general el libro es impresionista, lleno de imágenes poderosas que refuerzan una serie de verdades candentes.

Si Job trataba acerca de las calamidades que cayeron sobre un hombre justo y, por tanto, del problema del sufrimiento inocente, Lamentaciones habla del desastre sufrido por una nación culpable. Los que siembran vientos recogen tempestades. Estos poemas vindican a Dios mientras describen, de forma honesta y poderosa, el sufrimiento de la nación. El Señor controla la historia, los seres humanos no. Nadie puede burlarse del Todopoderoso. La justicia prevalecerá definitivamente en ella, porque Dios es justo.

Dos desafíos finales: (a) leamos este primer capítulo e identifiquemos cada una de las imágenes que el escritor menciona, preguntándonos qué aportan al capítulo y cómo están relacionadas con otros pasajes bíblicos (si es que lo están). Por ejemplo, el versículo 10 recuerda que únicamente el sumo sacerdote podía entrar en el lugar santo, y ahora los paganos no solo lo han hecho, sino que han destruido el templo. Teológicamente hablando, este acontecimiento está vinculado al hecho de que la gloria de Dios abandonó el templo (cp. Ezequiel 8-11), demostrando, entre otras cosas, que la presencia de Dios es mucho más importante que el edificio; (b) ¿Qué hay de piadoso en 1:21-22?.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
1 Samuel 16
David ungido por Samuel
16 Y el Señor dijo a Samuel: «¿Hasta cuándo te lamentarás por Saúl, después que Yo lo he desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y ve; te enviaré a Isaí, el de Belén, porque de entre sus hijos he escogido un rey para Mí». 2 Samuel respondió: «¿Cómo puedo ir? Cuando Saúl lo sepa, me matará». Y el Señor dijo: «Toma contigo una novilla y di: “He venido a ofrecer sacrificio al Señor”. 3 Invitarás a Isaí al sacrificio y Yo te mostraré lo que habrás de hacer; entonces me ungirás a aquel que Yo te indique».

4 Samuel hizo lo que el Señor dijo, y fue a Belén. Y los ancianos de la ciudad vinieron a su encuentro temblando y dijeron: «¿Vienes en paz?». 5 Y él respondió: «En paz. He venido a ofrecer sacrificio al Señor. Conságrense y vengan conmigo al sacrificio». Samuel consagró también a Isaí y a sus hijos y los invitó al sacrificio.6 Cuando ellos entraron, Samuel vio a Eliab, y se dijo: «Ciertamente el ungido del Señor está delante de Él». 7 Pero el Señor dijo a Samuel: «No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; porque Dios no ve como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón».

8 Entonces Isaí llamó a Abinadab y lo hizo pasar delante de Samuel, y dijo: «Tampoco a este ha escogido el Señor». 9 Después Isaí hizo pasar a Sama. Y Samuel dijo: «Tampoco a este ha escogido el Señor». 10 Así Isaí hizo pasar a siete de sus hijos delante de Samuel. Pero Samuel dijo a Isaí: «El Señor no ha escogido a estos». 11 Samuel preguntó: «¿Son estos todos tus hijos?». Isaí respondió: «Aún queda el menor, es el que está apacentando las ovejas». Samuel insistió: «Manda a buscarlo, pues no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga acá». 

12 Y envió a buscarlo y lo hizo entrar. Era rubio, de ojos hermosos y bien parecido. Y el Señor dijo: «Levántate, úngelo; porque este es». 13 Entonces Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el Espíritu del Señor vino poderosamente sobre David desde aquel día en adelante. Luego Samuel se levantó y se fue a Ramá.

David, escudero de Saúl

14 El Espíritu del Señor se apartó de Saúl, y un espíritu malo de parte del Señor lo atormentaba. 15 Entonces los siervos de Saúl le dijeron: «Puesto que un espíritu malo de parte de Dios lo está atormentando, 16 ordena ahora nuestro señor a sus siervos que están delante de usted, que busquen un hombre que sepa tocar el arpa, y cuando el espíritu malo de parte de Dios esté sobre usted, él tocará con su mano y le pondrá bien».17 Entonces Saúl dijo a sus siervos: «Búsquenme ahora un hombre que toque bien y tráiganmelo». 

18 Y respondió uno de los mancebos: «Yo he visto a un hijo de Isaí, el de Belén, que sabe tocar, es poderoso y valiente, un hombre de guerra, prudente en su hablar, hombre bien parecido y el Señor está con él». 19 Entonces Saúl envió mensajeros a Isaí y dijo: «Envíame a tu hijo David, el que está con el rebaño». 20 Isaí tomó un asno cargado de pan, un odre de vino y un cabrito, y los envió a Saúl con su hijo David.21 David fue a Saúl y le servía; y Saúl lo amó grandemente y lo hizo su escudero. 

22 Y Saúl envió a decir a Isaí: «Te ruego que David se quede delante de mí, pues ha hallado gracia ante mis ojos». 23 Sucedía que cuando el espíritu malo de parte de Dios venía a Saúl, David tomaba el arpa, la tocaba hábilmente con su mano, y Saúl se calmaba y se ponía bien, y el espíritu malo se apartaba de él.

Nueva Biblia de las Américas Copyright © 2005 por The Lockman Foundation, La Habra, California. Todos los derechos reservados. Para más información, visita www.exploranbla.com
Romanos 14
LIBRO QUINTO
Principios que rigen problemas de conciencia
14 Acepten al que es débil en la fe, pero no para juzgar sus opiniones. 2 Uno tiene fe en que puede comer de todo, pero el que es débil solo come legumbres. 3 El que come no desprecie al que no come, y el que no come no juzgue al que come, porque Dios lo ha aceptado.

4 ¿Quién eres tú para juzgar al criado de otro? Para su propio amo está en pie o cae. En pie se mantendrá, porque poderoso es el Señor para sostenerlo en pie. 5 Uno juzga que un día es superior a otro, otro juzga iguales todos los días. Cada cual esté plenamente convencido según su propio sentir. 6 El que guarda cierto día, para el Señor lo guarda. El que come, para el Señor come, pues da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor se abstiene, y da gracias a Dios.

7 Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, y ninguno muere para sí mismo. 8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos. Por tanto, ya sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. 9 Porque para esto Cristo murió y resucitó, para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos. 10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O también, tú, ¿por qué desprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Dios. 11 Porque está escrito:

«Vivo Yo, dice el Señor, que ante Mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua alabará a Dios».
12 De modo que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí mismo.
13 Por tanto, ya no nos juzguemos los unos a los otros, sino más bien decidan esto: no poner obstáculo o piedra de tropiezo al hermano. 14 Yo sé, y estoy convencido en el Señor Jesús, de que nada es inmundo en sí mismo; pero para el que estima que algo es inmundo, para él lo es. 15 Porque si por causa de la comida tu hermano se entristece, ya no andas conforme al amor. No destruyas con tu comida a aquel por quien Cristo murió.

16 Por tanto, no permitan que se hable mal de lo que para ustedes es bueno. 17 Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo. 18 Porque el que de esta manera sirve a Cristo, es aceptable a Dios y aprobado por los hombres.

19 Así que procuremos lo que contribuye a la paz y a la edificación mutua. 20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. En realidad, todas las cosas son limpias, pero son malas para el hombre que escandaliza a otro al comer. 21 Es mejor no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece.

22 La fe que tú tienes, tenla conforme a tu propia convicción delante de Dios. Dichoso el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. 23 Pero el que duda, si come se condena, porque no lo hace por fe. Todo lo que no procede de fe, es pecado.

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Lamentaciones 1
Tristezas de Sión

1¡Cómo yace solitaria
La ciudad de tanta gente!
¡Se ha vuelto como una viuda
La grande entre las naciones!
¡La princesa entre las provincias
Se ha convertido en tributaria!

2 Llora amargamente en la noche,
Y le corren las lágrimas por sus mejillas.
No hay quien la consuele
Entre todos sus amantes.
Todos sus amigos la han traicionado,
Se han convertido en sus enemigos.

3 Judá ha ido al destierro bajo aflicción
Y bajo dura servidumbre.
Ella habita entre las naciones,
Pero no halla descanso;
Todos sus perseguidores la han alcanzado
En medio de la angustia.

4 Los caminos de Sión están de luto,
Porque nadie viene a las fiestas solemnes.
Todas sus puertas están desoladas;
Gimen sus sacerdotes,
Sus vírgenes están afligidas,
Y ella misma está amargada.

5 Sus adversarios se han convertido en sus amos,
Sus enemigos prosperan,
Porque el Señor la ha afligido
Por la multitud de sus transgresiones;
Sus niños han ido cautivos
Delante del adversario.

6 De la hija de Sión se ha ido
Todo su esplendor.
Sus príncipes son como ciervos
Que no hallan pasto,
Y huyen sin fuerzas
Delante del perseguidor.

7 Jerusalén recuerda en los días de su aflicción y de su vagar
Todos sus tesoros
Que existían desde los tiempos antiguos,
Cuando su pueblo cayó en mano del adversario
Sin que nadie la ayudara.
Al verla sus adversarios,
Se burlaron de su ruina.

8 En gran manera ha pecado Jerusalén,
Por lo cual se ha vuelto cosa inmunda.
Todos los que la honraban la desprecian
Porque han visto su desnudez,
Y ella gime y se vuelve de espaldas.

9 Su inmundicia está en sus faldas;
No consideró su futuro,
Por tanto ha caído de manera sorprendente;
No hay quien la consuele.
«Mira, oh Señor, mi aflicción,
Porque se ha engrandecido el enemigo».

10 El adversario ha extendido su mano
A todos sus tesoros;
Ciertamente ella ha visto a las naciones entrar en su santuario,
A las que Tú ordenaste
Que no entraran en Tu congregación.

11 Todo su pueblo gime buscando pan;
Han dado sus tesoros a cambio de comida
Para restaurar sus vidas.
«Mira, oh Señor, y observa
Que me están despreciando».

12 «Ustedes, todos los que pasan por el camino, ¿no les importa esto?
Observen y vean si hay dolor como mi dolor,
Con el que fui atormentada,
Con el que el Señor me afligió el día de Su ardiente ira.

13 Desde lo alto Él envió fuego
Que penetró en mis huesos.
Ha tendido una red a mis pies,
Me ha hecho volver atrás;
Me ha dejado desolada,
Desfallecida todo el día.

14 Atado ha sido el yugo de mis transgresiones,
Por la mano del Señor han sido entrelazadas,
Han caído sobre mi cuello.
Él ha hecho que me falten las fuerzas;
El Señor me ha entregado en manos
Contra las cuales no puedo resistir.

15 A todos mis valientes ha rechazado el Señor
De en medio de mí;
Ha convocado contra mí un tiempo determinado
Para quebrantar a mis jóvenes;
El Señor ha pisoteado, como en un lagar,
A la virgen hija de Judá.

16 Por estas cosas lloro yo;
Mis ojos derraman agua,
Porque lejos de mí está el consolador,
El que reanima mi alma.
Mis hijos están desolados
Porque ha prevalecido el enemigo».

17 Sión extiende sus manos;
No hay quien la consuele.
El Señor ha ordenado contra Jacob
Que los que lo rodean sean sus adversarios;
Jerusalén se ha vuelto cosa inmunda en medio de ellos.

18 «El Señor es justo,
Pues me he rebelado contra Su mandamiento.
Oigan ahora, pueblos todos,
Y vean mi dolor:
Mis vírgenes y mis jóvenes
Han ido al cautiverio.

19 Llamé a mis amantes, mas ellos me han engañado.
Mis sacerdotes y mis ancianos han perecido en la ciudad,
Cuando buscaban alimento para sí a fin de restaurar sus fuerzas.

20 Mira, oh Señor, que estoy angustiada;
Hierven mis entrañas,
Mi corazón se revuelve dentro de mí,
Porque he sido muy rebelde.
En la calle la espada me deja sin hijos,
En la casa es como la muerte.

21 Han oído que gimo,
Pero no hay quien me consuele.
Todos mis enemigos han oído de mi mal,
Se regocijan de que Tú lo hayas hecho.
¡Oh, si Tú trajeras el día que has anunciado,
Para que sean ellos como yo!

22 Venga toda su maldad delante de Ti,
Y trátalos como a mí me has tratado
Por todas mis transgresiones;
Porque son muchos mis gemidos y desfallece mi corazón».

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Salmos 32
Bienaventuranza del perdonado
Salmo de David.
Masquil.
32¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada,
Cuyo pecado es cubierto!
2 ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay engaño!3 Mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió
Con mi gemir durante todo el día.

4 Porque día y noche Tu mano pesaba sobre mí;
Mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano. (Selah)
5 Te manifesté mi pecado,
Y no encubrí mi iniquidad.
Dije: «Confesaré mis transgresiones al Señor»;
Y Tú perdonaste la culpa de mi pecado. (Selah)
6 Por eso, que todo santo ore a Ti en el tiempo en que puedas ser hallado;
Ciertamente, en la inundación de muchas aguas, no llegarán estas a él.
7 Tú eres mi escondedero; de la angustia me preservarás;
Con cánticos de liberación me rodearás. (Selah)

8 Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar;
Te aconsejaré con Mis ojos puestos en ti.
9 No seas como el caballo o como el mulo, que no tienen entendimiento;
Cuyos arreos incluyen brida y freno para sujetarlos,
Porque si no, no se acercan a ti.
10 Muchos son los dolores del impío,
Pero al que confía en el Señor, la misericordia lo rodeará.
11 Alégrense en el Señor y regocíjense, justos;
Den voces de júbilo todos ustedes, los rectos de corazón.

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