Vida Cristiana

El gozo redentor de Cristo Jesús

Una reflexión basada en Juan 19:28-30

Después de esto, sabiendo Jesús que todo ya se había consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed» (Jn 19:28).

Jesús está en la cruz. Está colgado y extenuado, pero no está enfocado en Su dolor. Acaba de pedir al Padre que perdone a Sus escarnecedores (Lc 23:34). Le encargó a un discípulo que cuide de Su madre María (Jn 19:27). Le prometió el paraíso junto a Él a un malhechor ejecutado (Lc 23:39-43). Está sufriendo, pero lo impulsa el gozo de salvar a los pecadores: por ellos menosprecia la vergüenza y soporta la cruz (He 12:2).

Está listo para completar la misión que el Padre le encomendó. No, está deseoso por coronar en la cruz lo que empezó con Su encarnación. Si en algún momento consideró que quizás podía haber otro camino (cp. Mt 26:39), ahora sabe que no hay vuelta atrás. Jesús sabe que todo está quedando consumado. Está preparado para morir y regresar glorioso como Sumo Sacerdote al trono celestial (He 4:14). Así que dice: «Tengo sed».

Nuestro Señor debe haber estado deshidratado, con la garganta seca y los labios reventados. Después de ser golpeado en varias ocasiones (cp. Mt 26:67-6827:27-31), estaría tan débil que necesitó ayuda para cargar la cruz (Mt 27:32). Así que, cuando los soldados oyen de Su sed, la aprovechan para hacer una última burla: empapan una esponja con vinagre y la acercan a Jesús para que lo beba (Jn 19:29).1

Esta última acción representa la crueldad de aquellos por quienes Jesús estaba dispuesto a morir. Esos que ante Su sed le dieron a beber vinagre (Sal 69:21). Nosotros, quienes tendemos a devolver mal a Dios por todos los bienes que Él nos ha dado. Pero aún así, Jesús tiene sed de salvarnos. Y es que me parece poco probable que justo antes de morir nuestro Salvador decidiera enfocarse en darle un poco de descanso a Su garganta.

Antes de exhalar, Cristo exclamó con victoria: ‘¡Consumado es!’. Así, unos segundos antes de morir, explicó el triunfo que representaba la aparente derrota

 

En cambio, si retrocedemos un poco en la narrativa de los evangelios, creo que podremos apreciar mejor cuál era la sed del Redentor. Jesús mismo anticipó Su muerte llamándole metafóricamente una copa. Cuando dos de Sus discípulos le pidieron que compartiera el gobierno de Su reino con ellos, Jesús les dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que Yo voy a beber?» (Mt 20:22). Cuando Pedro quiso pelear por salvar la vida del Salvador, le advirtió: «Mete la espada en la vaina. La copa que el Padre me ha dado, ¿acaso no he de beberla?» (Jn 18:11).

Más aún, si consideramos cómo este término se usa bíblicamente, nos puede sorprender notar que la copa se usa para hablar de la ira de Dios (cp. Jr 25:15Zac 12:2Ap 15:7). No debería extrañarnos que Jesús suplicara: «Padre Mío, si es posible, que pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras» (Mt 26:39). La esponja con vinagre palidece ante lo que Jesús estaba por atravesar.

Con todo, Jesús sabía que no había vuelta atrás y, sabiendo que era hora de beber la copa de la ira de Dios, dice con gozo: «Tengo sed».

Entonces Jesús, cuando hubo tomado el vinagre, dijo: «¡Consumado es!». E inclinando la cabeza, entregó el espíritu (Jn 19:30).

Después de recibir con cortesía lo que con maldad le fue entregado, el único Ser humano y divino, quien tiene poder no solo para dar y quitar vida (Jn 5:21-2226-27), sino también para dar Su vida y volverla a tomar (Jn 10:17-18), entregó el espíritu. En ese sentido, nadie mató a Jesús, Él entregó Su vida (cp. Jn 19:31-33). Esa era precisamente la misión que el Padre le había encomendado y Jesús lo anticipó: «Por eso el Padre me ama, porque Yo doy Mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que Yo la doy de Mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de Mi Padre» (Jn 10:17-18).

Pero antes de exhalar, Cristo exclamó con victoria: «¡Consumado es!». Así, unos segundos antes de entregar el espíritu, explicó el triunfo que representaba la aparente derrota. Jesús sabe que después de Su muerte atraerá a todos hacia Él (Jn 12:31-33) y anunció Su conquista con certeza total. Estaba anunciando que había completado la misión que el Padre le encargó. El buen Pastor dio Su vida por las ovejas. Ahora, por medio de Él, podemos tener vida.

Si Jesús sufrió la muerte gozoso, teniendo presente nuestra salvación, ahora nosotros podemos correr gozosos la carrera de la fe y cumplir la misión que el Señor Jesús nos encomendó (Mt 28:18-20). Con los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe (He 12:1-2), podemos gozarnos en Su redención. Hoy, solo por Él y con Él, podemos considerar como mayores riquezas el oprobio de Cristo y estar dispuestos a sufrir con el pueblo de Dios (He 11:25-26).


1. Esta bebida parece ser diferente a la primera que le ofrecieron y que el Señor rechazó (Mt 27:34Mr 15:23. La primera (vino mezclado con hiel) parece ser una bebida estupefaciente para aliviar el suplicio, mientras que esta segunda (Mt 27:48Mr 15:36Lc 23:36 y Jn 19:29) sería solo vinagre, que los soldados usaban como ingrediente principal para la «posca» que preparaban. 


Katherine Alvarado de Estrada (licenciada en teología; pénsum cerrado de M. Th. en Biblia) sirve como editora en Coalición por el Evangelio. Es miembro de Iglesia Reforma, profesora adjunta del Seminario Teológico Centroamericano y del Instituto Reforma. Vive en la ciudad de Guatemala, junto con su amado esposo Mario.

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