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¿Puedo decirle a un incrédulo “Jesús murió por ti”?

Algunos de los que lean el título de este artículo se preguntarán por qué alguien se hace semejante pregunta. «¡Claro que sí! ¿De qué otra forma se puede compartir el evangelio?». Para los cristianos que creen en la expiación general —la idea de que Cristo murió por cada individuo de la misma manera— esta pregunta ni siquiera se plantea.

Solo se plantea para los cristianos que creen en la expiación definida (o limitada). La expiación definida significa que cuando Jesús murió, no estaba haciendo la salvación posible para todos y segura para nadie. Él estaba asegurando la salvación de un número definido (y masivo) de pecadores de cada nación, aquellos que el Padre le había dado (Jn 6:38-39). Desde este punto de vista, nadie por quien Cristo murió será en última instancia condenado (Ro 8:34); todos aquellos por quienes Cristo murió serán en última instancia salvados (Ro 5:10).

Pero como Dios no le ha dado a Cristo todas las personas (Jn 17:9), esto significa que Cristo no murió por todos (de tal manera que todos se salven). Jesús murió por Sus ovejas y no todo el mundo forma parte de Sus ovejas (Jn 10:1126). Jesús murió por Su esposa y no todos son parte de Su esposa (Ef 5:25Ap 19:7-8). Puesto que no podemos saber quiénes son las ovejas, a no ser por la evidencia de la fe salvadora, se plantea la cuestión práctica de si podemos decirle a un incrédulo «¡Jesús murió por ti!». Después de todo, ¿cómo podemos saberlo con seguridad?

Pregunta espinosa

Para efectos de transparencia: Soy un pastor que sostiene la expiación definida. Creo en los argumentos que acabo de resumir. Además, no suelo decir a las personas directamente «Jesús murió por ti», ni en mis sermones ni en mis conversaciones personales.

Sin embargo, reconozco que se trata de una pregunta espinosa que requiere mucho cuidado. Podemos predicar el evangelio sin mencionar directamente la elección, pero difícilmente podríamos predicar el evangelio sin hablar de Cristo muriendo en lugar de los pecadores incrédulos (1 Co 15:1-31 Ti 1:151 P 3:18). Así que no es difícil ver por qué la pregunta «¿Cuáles pecadores incrédulos?» parecería relevante. Alguien podría preguntar: «¿De qué sirve una expiación si no puedes estar seguro de que se aplica a ti?».

Esta es probablemente la razón por la que los teólogos reformados que leo rara vez responden a esta pregunta con un «No» rotundo, sino con algo así como un «No, pero» (o incluso un «Sí, pero»). Con ese espíritu, permíteme abordar esta pregunta práctica ofreciendo consejo a ambas partes: a los que optan por usar la frase y a los que no.

Si vas a hacer que la frase «Jesús murió por ti» forme parte de tu evangelismo

En primer lugar, asegúrate de que no estás dando más importancia a esta frase de la que le da la Biblia. Reconoce, por ejemplo, que no hay sermones evangelísticos en Hechos donde se use este lenguaje preciso. Si Pedro y Pablo podían evangelizar sin decir «Jesús murió por ti», entonces no deberías hacer de ello una prueba de fuego para la ortodoxia evangélica.

En segundo lugar, asegúrate de que tus oyentes incrédulos sepan que no son salvos hasta que se arrepientan y crean. La mayoría de los cristianos entienden esto, pero no debemos asumir que los no cristianos lo hacen. Si escuchar «Jesús murió por ti» hace que una persona se sienta segura en su pecado e incredulidad, entonces es engañoso. Como Jesús nos recordó: «Si no se arrepienten, todos perecerán igualmente» (Lc 13:35).

Por último, asegúrate de ayudar a los no creyentes a sentir tanto la ira de Dios como Su amor. Para mi sorpresa, una vez oí a un evangelista decirle a un no creyente: «¡Dios no está enojado contigo!». Explicó que, como 1 Juan 2:2 llama a Cristo «la propiciación [es decir, el sacrificio que quita la ira]… por los pecados del mundo entero», Dios ya no debe estar enojado con nadie. Pero esto contradice rotundamente Juan 3:36: «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él».

Mientras las personas no creen, Dios sigue enojado con ellas. De hecho, solo la ira de Dios nos ayuda a ver Su amor como algo más que un mero sentimentalismo.

Si no vas a hacer que la frase «Jesús murió por ti» forme parte de tu evangelismo

En primer lugar, no te enfades cuando otros lo hagan. Puede que no crean en la expiación definida, pero lo que suelen querer decir con esas palabras es algo así como «Jesús murió de tal manera que si crees en Él serás salvo», algo en lo que tú también crees.

En segundo lugar, no seas más cauteloso en tu lenguaje que los apóstoles. Cuando eres más cuidadoso que las Escrituras, puedes justificar las preocupaciones de otros acerca de que el calvinismo mata el evangelismo. Puede que Pedro y Pablo no dijeran a los incrédulos «Jesús murió por ustedes», pero hicieron llamados similares en su evangelismo:

  • «La promesa es para ustedes» [es decir, la promesa del Espíritu Santo y el perdón de pecados] (Hch 2:39).
  • «Dios… ha enviado [a Jesús] para que los bendiga, a fin de apartar a cada uno de ustedes de sus iniquidades» (Hch 3:26).
  • «Todo el que cree en Él recibe el perdón de los pecados» (Hch 10:43).
  • «Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa» (Hch 16:31).

Así que no temas hablar como habla la Biblia, aunque suene «arminiano». Pocos predicadores estaban tan comprometidos con la expiación definida como Charles Spurgeon, y sin embargo, fue frecuentemente atacado por hipercalvinistas por ser demasiado libre con su lenguaje hacia los incrédulos. Esto se debe a que el objetivo de Spurgeon no era mantener contentos a los calvinistas acérrimos, sino honrar a Dios y ganar almas.

Por último, asegúrate de ayudar a los incrédulos a sentir tanto el amor de Dios como Su ira. El evangelio advierte, pero también atrae. D. A. Carson dijo una vez que cuando unos jóvenes predicadores reformados le preguntaron si se sentía bien diciéndoles a los incrédulos que Dios los ama, su respuesta fue: «Por supuesto que les digo a los inconversos que Dios los ama». Iain Murray lo expresó así:

[Es verdad que]… el Espíritu Santo usa la verdad para convencernos de pecado… Pero la convicción de pecado no es suficiente para llevar a los hombres a Cristo. La convicción de pecado solo habla de la santidad de Dios, no dice nada al pecador sobre la voluntad de Dios de perdonar… Para eso se necesita otra verdad. Solamente la revelación del amor puede persuadir al pecador de la disposición de Dios para perdonar… El amor es la gran atracción. El amor ocupa el primer lugar en el llamamiento del evangelio… Este amor ha de ser proclamado como «buena nueva» no a los hombres como elegidos, sino a los hombres como pecadores.

Es la bondad de Dios, no solo Su poder, lo que lleva a las personas al arrepentimiento (Ro 2:4).

La expiación definida no niega el amor universal de Dios, sino que lo profundiza al reconocer el amor especial de Dios. Del mismo modo que un hombre puede (y debe) amar a todas las mujeres mientras ama a su esposa de una forma única, Jesús puede amar a todas las personas (ver Mr 10:21) mientras ama a Su esposa de una forma única. Este es el claro mensaje de Efesios 5:25. El evangelio de la expiación definida dice que Jesús murió por Su esposa de una manera especial, pero luego se da la vuelta e invita a las personas a esa relación. «El Espíritu y la esposa dicen: “Ven”» (Ap 22:17). Si compartimos el evangelio con esa pasión, dudo que alguien se pregunte si Jesús murió por él.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Eduardo Fergusson.

Justin Dillehay (MDiv, The Southern Baptist Theological Seminary) es pastor en Grace Baptist Church en Hartsville, Tennessee, donde reside con su esposa Tilly, y sus hijos, Norah, Agnes y Henry.

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