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Palabras ejemplares: Cómo los buenos pastores usan las palabras

No permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra (1 Ti 4:12).

Hermano pastor, no tienes que esperar a tener una edad avanzada para adoptar la seriedad de un santo. Tu autoridad moral personal puede exceder tus años. En este momento, en la iglesia donde estás sirviendo, puedes ejercer una amplia y merecida influencia natural, no por tu posición, carisma o estilo, sino por tu conducta ejemplar.

El poder del ejemplo personal es lo que da a cualquier pastor una estatura verdadera a los ojos de la gente. Tú puedes ser esa inspiración incluso en tu edad presente. Nadie puede impedírtelo. De hecho, cuanto más te menosprecien algunas personas, mayor será tu oportunidad de mostrar una grandeza semejante a la de Cristo. El encargo de Pablo en 1 Timoteo 4:12 abre esa puerta a todo pastor joven.

Cuanto más te menosprecien algunas personas, mayor será tu oportunidad de mostrar una grandeza semejante a la de Cristo

 

El poder de establecer un ejemplo maduro en tu iglesia tiene una inevitabilidad a largo plazo. Las personas que ignoran lo que dices pueden ser ganadas por lo que eres. Tu valor sereno, tu moderación suave, tu fidelidad constante, tu resistencia alegre, tu amor desinteresado, y demás: cada vez es más difícil resistirse a la belleza pastoral, sobre todo con el paso del tiempo. En la película Pasante de moda, Jules —la jefa— le dice a Ben, el pasante: «¿Cómo es que siempre te las arreglas para decir lo correcto, hacer lo correcto, ser lo correcto? Es asombroso». Cuando el joven es el adulto en la habitación, es especialmente extraño y convincente. Sí, tu predicación importa. Cuando la gente que escucha tu sermón admira tu vida más allá del púlpito, tu predicación importa aún más. Mucho más.

Sé ejemplo en palabra

Reflexionemos juntos sobre la primera marca de conducta pastoral ejemplar en 1 Timoteo 4:12. ¿Qué significa «ser ejemplo de los creyentes en palabra»?

De hecho, ¿cómo es y cómo suena un cristiano experimentado y profundo? La Biblia pinta el cuadro: «Los ancianos deben ser sobrios, dignos, prudentes» (Tit 2:2). Conectemos Tito 2:2 con 1 Timoteo 4:12 y veamos qué ocurre. Un pastor ejemplar hablará con sobriedad, dignidad y dominio propio.

Habla con sobriedad

La sobriedad describe una mentalidad —un modo de pensar, literalmente— sobrio en contraposición a borracho. Hay una diferencia real. En nuestros tiempos de extremismo loco, en los que incluso los pastores construyen sus «plataformas» haciendo afirmaciones extravagantes o aumentando su número de seguidores mediante denuncias grandiosas, el pastor ejemplar se niega sobriamente. No tiene estómago para la euforia embriagadora de tener tanta razón en todos los temas.

El pastor maduro, por joven que sea, se distingue por la moderación. Habla con calma y moderación. Fomenta la unidad porque no está llamando la atención de la gente sobre su «marca»; está sirviendo honestamente al Señor, reuniendo a las personas en torno al único Salvador (Lc 11:23). No hace referencia a sí mismo. No se desahoga. Evita las palabras afiladas, las que cortan y hieren. Tiene la autoconciencia de orar antes de abrir la boca: «Señor, que cada una de mis palabras, sin una sola excepción, vengan de ti». Y se nota. Cuando este pastor habla, puede parecer que Jesús está presente.

El discurso sobrio del pastor maduro no trata de este o aquel asunto en particular. Toda su mentalidad lo distingue como semejante a Cristo. Tristemente, en algunas iglesias, ese será el crimen del pastor. Algunas iglesias no quieren a Jesús, Sus caminos, Su humildad. Hasta que nuestro Señor regrese, habrá personas en la iglesia que se atrincheren en contra de la presencia de la semejanza a Cristo. A pesar de, o incluso debido a, la conducta ejemplar del pastor, una iglesia podría rechazarlo, expulsándolo. Pero sabrán —con el tiempo, seguramente lo sabrán— que había un hombre de Dios entre ellos.

Dios vindicará a Su siervo de corazón sincero, que habla con la mente de Cristo. Mientras más joven sea ese pastor, más años tendrá para disfrutar de la sonrisa de Dios sobre su ministerio. Nuestro Señor es fiel a los pastores que, poniendo toda su alma en seguirle, mantienen un discurso ejemplar.

Habla con dignidad

Me encanta la palabra digno. Describe el tipo de hombre que quiero ser. La palabra habla de seriedad. Sugiere nobleza y honor, como un caballero de antaño.

Hablar con dignidad es lo contrario de ser simplista, superficial y tonto. ¿Hay momentos de humor en una iglesia sana? . El Señor mismo se asegura de que nuestra ridiculez se manifieste de vez en cuando. Pueden ocurrir cosas verdaderamente graciosas, y los santos echan la cabeza hacia atrás y ríen a carcajadas. ¡Qué gracia!

Un pastor verdaderamente llamado por Dios sabe que no está en el negocio del entretenimiento

 

Por supuesto, un pastor ejemplar nunca será pomposo ni tedioso, ni arrastrará a la gente con una seriedad falsa. Es demasiado humano y demasiado real para eso. Pero entiende lo que Neil Postman explicó en Amusing Ourselves to Death [Entreteniéndonos hasta la muerte]: «Los estadounidenses ya no hablan entre ellos; se entretienen entre ellos» (p. 92). Un pastor verdaderamente llamado por Dios sabe que no está en el negocio del entretenimiento. Por eso sus palabras tienen peso. Sus palabras dignas destacan con especial gravedad sagrada en la Sagrada Comunión, en bodas y funerales, en reuniones de oración y cuando aconseja a personas con el corazón quebrantado.

¡Qué preciosas son, en este mundo de risitas tiernas que saturan los medios de comunicación las veinticuatro horas del día, las palabras pastorales profundas que se ofrecen con delicadeza a los pecadores y a los que sufren! Cuando un joven se muestra sensible a la dignidad que exige el momento, su pueblo lo respetará como ejemplar.

Habla con prudencia

Con la palabra prudencia, nos referimos a las cualidades de la razón, el juicio, el gusto… simplemente al pensamiento sólido y el sentido común. No impulsivo o errático, sino cuidadoso y juicioso. No vomitar cualquier cosa que se nos ocurra en el momento, sino hacer una pausa, pensar y mostrar discernimiento.

Por ejemplo, en una reunión congregacional difícil, un pastor ejemplar se guarda de hablar por su propia frustración y pide en silencio al Señor la gracia de hablar por la plenitud del Espíritu. El Espíritu Santo de Dios no es energía cruda. Él es el «Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo… Espíritu de conocimiento» (Is 11:2). Un pastor inspirador sabe que tiene que ir más despacio, inhalar y pensar, hasta que tenga algo que decir que pueda mejorar el momento para todos. Ese pastor, aunque sea joven, será tomado en serio por los miembros de la iglesia de todas las edades.

Palabras dadas por Dios

Esta es una promesa maravillosa de Dios para cada pastor que anhela crecer como un ejemplo para Su pueblo al hablar con sobriedad, dignidad y prudencia:

Porque si clamas a la inteligencia,
Alza tu voz por entendimiento;
Si la buscas como a la plata,
Y la procuras como a tesoros escondidos…
La sabiduría entrará en tu corazón,
Y el conocimiento será grato a tu alma (Pr 2:3-410).

La sabiduría que todos los pastores necesitamos no es un guión que podamos seguir. Es más profunda. Es una intuición dada por Dios, un nuevo instinto que llega a nuestros corazones por Su gracia. Es muy útil cuando decidimos sobre la marcha qué decir y cómo decirlo. ¿Por qué no pedírselo a Dios? Le encanta darnos lo mejor de Sí mismo.

Por último, si deseas dar un paso más, aquí tienes dos recursos de gran profundidad histórica. Uno es el Catecismo Mayor de Westminster sobre el noveno mandamiento: «No darás falso testimonio contra tu prójimo» (Éx 20:16). Las preguntas 143-145 del catecismo explican ese mandamiento con asombrosa perspicacia; ayudándonos a usar nuestras palabras no para herir, sino para bendecirnos unos a otros. El otro recurso es A Sermon against Contention and Brawling (Un sermón contra la contienda y la pelea) en The First Book of Homilies [El primer libro de homilías], el viejo tesoro de sermones de la reforma inglesa.

En nuestra era de palabras que hacen mucho daño, tanto en las redes sociales como cara a cara, esta vieja sabiduría presbiteriana en el catecismo, con esta vieja sabiduría anglicana en la homilía, pueden equiparnos y fortalecernos a todos hoy. Tal vez el equipo de liderazgo de tu iglesia se beneficiaría de la lectura y discusión de estos maravillosos recursos. Te prometo que los disfrutarás.


Publicado originalmente en Desiring GodTraducido por Eduardo Fergusson.

Ray Ortlund es presidente de Renewal Ministries, y miembro emérito del Consejo de The Gospel Coalition. Fundó Immanuel Church en Nashville, Tennessee, y ahora sirve desde Immanuel como mentor para otros pastores. Ray es autor de varios libros, entre ellos El Evangelio: Como la iglesia refleja la hermosura de Cristo. Él y su esposa Jani tienen cuatro hijos.

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