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Una iglesia bíblica es una iglesia misionera: 6 verdades sobre el rol de la iglesia local en las misiones

Cuando se piensa en las misiones, es posible que lo primero que venga a nuestra mente sea la imagen idealizada de un misionero: el héroe solitario que lucha contra viento y marea y que sin él, la gran comisión no se cumple. Aunque el rol del misionero es importante, no debemos resumir todo en su figura, porque él no es el único actor que interviene en el cuadro y ni siquiera es el protagonista.

Jesús es el verdadero «actor principal» en el plan de redención, y Él encomendó a todo Su pueblo la tarea de anunciar el evangelio hasta el fin del mundo (Mt 28:19-201 P 2:9). Esto nos ayuda a entender que las misiones involucran a toda la iglesia en general y a cada iglesia local en particular. Así la responsabilidad de la gran comisión recae en el pueblo de Dios.

Por eso, si una iglesia quiere ser bíblica, debe ser una iglesia misionera. Esto de ser «misionera» no significa que ya está enviando obreros al campo pues, por diversas razones y circunstancias, algunas iglesias locales no pueden hacerlo. Lo que sí significa es que cada iglesia local se puede involucrar y comprometer con las misiones de diferentes maneras, ya sea preparándose para enviar misioneros en el futuro, apoyando a obreros en el campo u orando por misioneros, por mencionar algunas.

Todo esto resalta el papel vital que una iglesia local tiene en el cumplimiento de la gran comisión, por lo que quisiera mencionar al menos seis roles de la iglesia local en las misiones.

1. Reconoce a los potenciales (no) misioneros

Para cumplir Su propósito eterno, Dios da a cada uno de Sus hijos diferentes capacidades y dones, y los llama a diferentes tareas. Estos aspectos de la vida cristiana se identifican y florecen en el ámbito de la iglesia local. Para un cristiano aislado es difícil discernir qué dones tiene o cuál es su llamado, porque no tiene espacios ni oportunidades para ponerlos a prueba y desarrollarlos (1 Co 12:4-7).

"Una iglesia local que lleva sus convicciones bíblicas a la práctica resultará tan bendecida como la obra misionera a la que ayuda"

El propósito de Dios es que Sus hijos, en la medida en que sirven y son de edificación para sus hermanos, puedan identificar a qué están llamados y cómo deben participar en la gran comisión (cp. Hch 13:1-3). Sin embargo, la iglesia local no solo aclara la autopercepción de cada creyente acerca de sus dones y llamado, sino que confirma y respalda los deseos de un posible misionero.

De manera similar, una iglesia local puede advertir si lo que tiene un aspirante es tan solo una emoción fugaz o si es difícil respaldar que tenga el llamado misionero (cp. 1 Ti 5:22). En casos así, la iglesia puede animar a estos creyentes a evaluar mejor sus deseos y a fortalecer ciertas áreas de su vida antes de iniciar una preparación misionera formal. Este rol de la iglesia se cumple en muchas maneras: a veces en el consejo de un pastor o mentor, otras veces en las charlas informales entre hermanos.

Aunque no todos estamos llamados a ser misioneros, todos estamos llamados a participar de la gran comisión. La iglesia local es el contexto que Dios ha determinado para que cada creyente pueda discernir de qué manera involucrarse.

2. Dirige el ímpetu y los esfuerzos

Lo más probable es que los aspirantes a misioneros tengan un corazón apasionado, lo cual es bueno, pero esto también puede llevarlos a tomar decisiones apresuradas. Con esto en mente, un rol de la iglesia local es encaminar ese ímpetu inicial hacia un compromiso con la preparación y al desarrollo de la paciencia.

En este sentido, la iglesia local participa de la misión cuando se compromete a entrenar a sus candidatos, dándoles espacios para desarrollar sus dones. Esto permite que el aspirante adquiera experiencia en áreas importantes para la obra misionera, como el evangelismo y el discipulado, o aprender a dirigir un grupo pequeño de estudio bíblico.

Esto puede significar que la iglesia local piense en algún programa, más o menos formal, de preparación ministerial. Tal vez suena demasiado sofisticado, en especial para algunas iglesias modestas, pero no tiene que serlo. El punto es ser intencionales en brindar espacios y guía para que los creyentes con este llamado puedan ser fieles a Dios (cp. 2 Ti 2:2). De esa manera, también la iglesia será fiel al propósito de Dios.

3. Provee un modelo de iglesia

Toda iglesia que quiere ser bíblica debe ser misionera en obediencia a la Palabra de Dios.

Esto significa, entre otras cosas, que la multiplicación está en su ADN.

Para una iglesia pequeña o incipiente esta idea puede sonar «pretenciosa»; plantar iglesias parece un objetivo irrealizable sin una gran cantidad de miembros o un presupuesto abundante. Sin embargo, una iglesia comprometida con la gran comisión, aun desde su inicio y a pesar de sus carencias, tomará decisiones sanas y dará pasos firmes hacia su madurez bíblica. Esa es la lección que las iglesias «pobres» de Macedonia le enseñaron a la iglesia «rica» de Corinto (2 Co 8:1-7).

Este compromiso con la multiplicación de una iglesia local tiene profundo impacto en sus miembros. Cuando la iglesia tiene esta convicción, muchos miembros abrazan la misma meta en el uso de su tiempo, fuerza y dinero. Además, el impacto llega incluso al campo misionero, pues un plantador querrá replicar este modelo de iglesia comprometida con la Biblia y las misiones.

4. Suple las necesidades y provee recursos

Tal vez supliendo sea la forma más usual en la que una iglesia local puede comprometerse con las misiones. Gracias a Dios, hay muchas que lo hacen.

El compromiso de suplir las necesidades incluye la provisión de dinero (tema en general incómodo para los misioneros). También significa proveer recursos para la obra, como material evangelístico, biblias o meriendas para las actividades con niños; todo puede ser útil, y el misionero puede dar una lista específica de lo que se necesita. Además, no se debe olvidar las necesidades emocionales y espirituales de los misioneros, que se suplen con visitas, llamadas, mensajes de texto y tantos otros detalles de amor fraternal.

"Cada iglesia local debe participar en las misiones con entusiasmo y esperanza, pues Cristo aseguró la victoria"

Una iglesia local que lleva sus convicciones bíblicas a la práctica resultará tan bendecida como la obra misionera a la que ayuda, como Pablo dijo a la iglesia de Filipos (Fil 4:17). Me parece importante señalar que el apóstol usó el término koinonía para aludir a la ayuda que los filipenses le «compartieron» para que realizara su trabajo misionero (Fil 4:14, cp. 1:7). Este término suele estar relacionado con el sentimiento fraternal al compartir tiempo entre creyentes, pero su uso no se limita a eso. No estoy descartando ese sentido de la koinonía, pero es importante reconocer que el compañerismo cristiano debe materializarse en la obediencia a la voluntad de Dios, lo que incluye la participación concreta con recursos en las misiones.

5. Sostiene en oración al misionero y la obra misionera

Aunque podría incluir la oración en el punto anterior, quisiera resaltar su importancia de manera separada. Las iglesias deben participar de las misiones a través de la oración incansable.

Oramos con confianza porque Jesús ha triunfado sobre la muerte y el pecado, haciendo que el cumplimiento de la gran comisión sea inevitable (Mt 28:18). Oramos con seguridad de que Dios nos escucha, porque Él está con nosotros cada día (v. 20). Oramos para que Él levante más obreros (Mr 9:38) y para que las iglesias locales participen con mayor entrega (Hch 4:23-31). Oramos para que los misioneros sean fortalecidos en su soledad y en medio de sus luchas (Fil 1:19) y para que puedan anunciar el mensaje del evangelio como es debido (Ef 6:19-20).

La oración eficaz de una iglesia que camina en obediencia a la Biblia puede lograr mucho. Podemos estar seguros de que si oramos para que el nombre de Dios sea conocido y glorificado en todas las naciones, Él responderá esa oración de manera abundante (1 Jn 5:14).

6. Acompaña y aconseja al misionero

Por último, el compromiso de una iglesia con las misiones se demuestra en el acompañamiento que sus líderes y pastores hacen a los misioneros, a nivel personal. Me refiero a que los líderes están cerca del misionero para ayudarlo en sus dudas, acompañarlo en las luchas privadas o aportarle consejos frente a los desafíos ministeriales.

De esta manera, la iglesia local actúa como una consejera en la tarea misionera. Después de todo, un misionero necesita la perspectiva de otros creyentes con experiencia en el ministerio, quienes pueden entender los dilemas y desafíos propios de la labor (cp. 2 Ti 1:3-8Hch 15:6).

Con entusiasmo y esperanza

Las puertas del Hades no prevalecerán contra la iglesia que cumple su misión bajo la autoridad del Cristo resucitado (Mt 16:1818:28). Él es el verdadero protagonista de esta empresa, el Héroe que ha dotado a Su iglesia con todo lo que necesita para cumplir Su misión. Por eso, cada iglesia local debe participar en las misiones con entusiasmo y esperanza, pues Cristo aseguró la victoria. El compromiso de la iglesia local con las misiones fluye de las maravillosas verdades bíblicas del evangelio.


Matías Peletay
 sirve como editor en Coalición por el Evangelio. Vive en Cachi (Salta, Argentina) con su esposa Ivana y su hija Abigail, y juntos sirven como misioneros de la Iglesia Bíblica Bautista Crecer. Puedes escucharlo en el podcast Bosquejos y seguirlo en Twitter.

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